Lo que ahora sucede en Oaxaca debió haber pasado hace mucho tiempo. Habrá algunos que reprueben la intervención de la Policía Federal Preventiva, pero es algo que debemos apoyar.
En todo Estado de Derecho las leyes deben cumplirse y hacerse cumplir. Donde hay alteración al orden público, deben intervenir las fuerzas policiacas para evitar que los ciudadanos sufran por movimientos que afectan sus actividades diarias.
Si en la colonia donde vivimos existe la presencia de pandilleros, exigiremos a las autoridades que erradiquen inmediatamente el problema por medio de la fuerza pública. Eso justamente sucede ahora en Oaxaca, donde un grupo de pandilleros, disfrazados con causas que ni siquiera les pertenece, se apoderó de la ciudad provocando pérdidas millonarias a los comerciantes de ese hermoso lugar y sobre todo, provocando un clima de tensión en México entero.
Hizo bien el presidente Fox al ordenar el desalojo de Oaxaca. Aunque tardó mucho en tomar esta decisión, pues buscó a toda costa resolver el conflicto mediante el diálogo, nunca es tarde para aplicar la justicia a quienes se rieron de las leyes mexicanas.
Es triste que el movimiento de la APPO haya sido cocinado por personas radicales que lo único que quieren es desestabilizar al país. Por eso, esta guerrilla civil motivada por la sinrazón del radicalismo debe ser combatida, así como deben castigarse a quienes han participado en ella.
La APPO muy poco tiene de movimiento popular. Su motor se encuentra más bien en razones políticas. ¿Por qué su demanda primaria es la separación de Ulises Ruiz de su cargo como gobernador? ¿Acaso no sería mejor negociar con las autoridades federales la entrega de más recursos para el desarrollo de los pueblos de Oaxaca?
Lo más peligroso de este movimiento es que se extendiera por distintos estados de México, pues así podría dificultarse el trabajo de Felipe Calderón como presidente de la República. ¿A quién le interesaría que esto sucediera? Viene a mi mente un solo nombre: Andrés Manuel López Obrador.
Aunque en apariencia el ex candidato perredista está cada vez más solo, personas como él no se conforman con los resultados de una contienda en la que fue derrotado, y a toda costa buscará poner obstáculos al sucesor de Vicente Fox.
Las imágenes que la televisión transmite sobre Oaxaca son lamentables, pues lamentable es que los mexicanos nos peleemos unos contra otros. Si bien creo que este conflicto tiene un motor político, no sobra revisar otros factores para entender lo que sucede en esa entidad.
No es ningún secreto que Ulises Ruin ha sido un gobernante corrupto e inepto. En lugar de aprovechar su cargo para ayudar a los que menos tienen, a quienes viven en comunidades apartadas, ha actuado al más puro estilo de los viejos funcionarios priistas. Su desfachatez es sólo comparada con su cobardía, pues si no quiere abandonar su cargo de gobernador es por el temor de lo que saldrá a relucir con su salida. Aunque los senadores decidieron enviarle un exhorto para dejar en otras manos su puesto, dudo que esté dispuesto a hacerles caso, y esto sólo traerá más jornadas de violencia y dará alimento para la radicalización política en Oaxaca.
Aunque parece imposible, espero que el conflicto se solucione pronto y, sobre todo, espero que nuestro próximo presidente aprenda la lección del caso Oaxaca, la cual puede resumirse en unas cuantas palabras: más vale intervenir a tiempo con la fuerza pública, aunque tenga que pagarse el precio de la impopularidad. Por otro lado, la Secretaría de Gobernación debería investigar más de cerca a los políticos radicales y limitar su acción para así evitar nuevos conflictos en el país.
javier_fuentes@hotmail.com