Las horas previas al debate del pasado martes seis de junio fueron de gran incertidumbre.
La amenaza presentada por la familia del empresario Carlos Ahumada (quien purga una pena por cohecho y soborno en la cárcel mientras que los sobornados gozan de libertad plena), de dar a conocer nuevos videos incriminatorios de otros personajes políticos cercanos al candidato presidencial del PRD no pudo llevarse a cabo por un incidente grave que tiene que ser investigado a fondo, y que dejó una camioneta blindada con muchos disparos de arma de grueso calibre y a la esposa y los hijos de Ahumada en severa crisis nerviosa por los efectos de dicho atentado perpetrado directamente contra ellos cuatro y el chofer.
Hay que recordar que Ahumada solicitó días antes de los hechos que le autorizaran una conferencia para dar a conocer su versión sobre el proceso penal al que se encuentra sometido. Sin embargo, la solicitud le fue negada por el propio jefe de Gobierno, Alejandro Encinas.
Fue entonces cuando su esposa Cecilia Gurza anunció que junto a sus abogados llevaría a cabo una conferencia de prensa coincidiendo con la fecha del segundo y último de los debates convocados para los candidatos a la Presidencia de la República. Dicha reunión con los reporteros se ha aplazado indefinidamente en virtud del siniestro de referencia.
Por otra parte la agresividad de muchos de los mensajes lanzados entre candidatos a la Presidencia y en los estados en los que habrá elecciones para gobernador, como es el caso de Jalisco, para la titularidad del Poder Ejecutivo han resultado extremadamente contundentes, afortunadamente el segundo debate resultó ser mucho más propositivo que agresivo, lo cual no ha gustado a ciertos medios informativos, que aparentemente quisieran ver sangre y que por lo mismo sólo enfatizan esos aspectos negativos de las campañas y se aburren o no entienden las propuestas y los planteamientos positivos de un Gobierno deseable.
Esa exacerbación de los ánimos resulta muy peligrosa sobre todo cuando hay amenazas patentes de algún candidato, de que luchará por todos los medios, en caso que el resultado que desde hace meses ya vislumbra como absolutamente seguro para su causa, fuera a fin de cuentas desfavorable y sobre todo por un margen corto respecto del que resultara triunfador.
No podemos apostar ni por el voto del miedo, ni por el voto de la amenaza de que podrían suceder eventos inimaginables en caso que el resultado final no le fuera favorable a alguien en particular.
El conjunto de la ciudadanía mexicana ha invertido mucho dinero y mucho esfuerzo en construir los instrumentos arbitrales idóneos para la credibilidad y legitimidad de los procesos electorales, como para que alguien con delirios mesiánicos amenace con la ingobernabilidad a partir del tres de julio.
Qué bueno que horas después del debate dirigentes de los partidos contendientes plantearan un pacto de civilidad para asumir los resultados de los comicios presidenciales. La nueva demanda de la ciudadanía es que en verdad lo cumplan.