Durante miles de años los seres humanos hemos especulado sobre el fin del mundo. La llegada del año 2000 para muchos era la fecha del juicio final. En los últimos días de 1999, no faltaron las personas que prefirieron adelantársele a la muerte y así llegar más pronto a la fila para ser juzgados por Dios. Al ver la luz del nuevo milenio muchos creyeron estar muertos, pero en realidad sufrían una resaca terrible. Pero de ahí en fuera, no ocurrió nada en especial.
Hace unos días, profetas improvisados nos decían que el mundo se iba a acabar nuevamente. La fecha estaba fijada para el 6/06/06, el número de la bestia. Sin embargo, aquí estamos todavía esperando nuevas profecías falsas.
Yo jamás me atrevería a anunciar el fin del mundo, pues se necesita estar un poco más loco que yo para incurrir en tal disparate. Sin embargo, a riesgo de ser tomado como un falso profeta, daré a conocer el contenido de mis visiones.
Hace algunas noches, cuando estaba dormido tan profundamente que no escuchaba el llanto hambriento de Eugenio, mi bebé, una horrible figura apareció de pronto: “¡Dejpierta chachalaca!. Aunque intenté abrir los ojos, mis párpados pesaban muchísimo. Entonces vi a López Obrador, con la banda presidencial amarrada en la cabeza, como si fuera uno de esos paliacates que usaba José María Morelos y Pavón.
“Soy tu Prejidente” -dijo Andrés Manuel. “Sé que no votajte por mí, pero vengo a ofrejerte una pensión para que cambies de parejer”. Al desviar la mirada, vi a más pobres que nunca. La gente se mataba a espaldas de López Obrador. A mis pies, había miles de currículums tirados, y, sobre ellos, cientos de mexicanos lamentándose por no encontrar trabajo. Los negocios aledaños estaban cerrados y los productos de la canasta básica sólo podían comprarse en los puestos de vendedores ambulantes. Las fábricas no existían ya, y los obreros habían cambiado sus utensilios de trabajo por un botecito para pedir limosna. De pronto, un coche lujoso se acercó a donde estábamos López Obrador y yo. A través de los vidrios polarizados logré identificar a Dolores Padierna y a René Bejarano, entre otros. De pronto, el perredista dijo: “Vámono, éste no quijo la pensión”.
Su partida me hizo despertar. Estaba sudando como nunca, y no podía contener el espanto de ver al candidato perredista convertido en jefe del Ejecutivo. Sé que mis visiones suenan exageradas, pero así son las visiones. Lo que de ninguna manera puede calificarse como exagerada es la siguiente frase: “López Obrador es un peligro para México”.
López Obrador es un peligro para México porque no conoce lo que significa la Ley. En contadas ocasiones ha causado disturbios permaneciendo siempre impune. Además, como jefe del Distrito Federal utilizó el poder para cometer atropellos en perjuicio de empresarios y propietarios de terrenos. ¿Y qué pasó?
López Obrador es un peligro para México porque ha mostrado un desprecio total por la transparencia. Como era de suponerse, el Distrito Federal es la entidad federativa con el menor índice de apertura informativa. Esto es sólo una muestra de lo que podría suceder en México si él llega a la Presidencia.
López Obrador es un peligro para México porque su nombre es sinónimo de corrupción. Las misteriosas redes de extorsión para financiar su campaña, evidenciadas en los olvidados videos donde René Bejarano se embolsa miles de pesos, son apenas una muestra de lo que se hizo durante su Administración en el DF. ¿Acaso en eso consiste la “honestidad valiente”?
López Obrador es un peligro para México porque muestra un abierto desprecio a todo el que piensa diferente a él. Cuando se llevó a cabo en la Ciudad de México una multitudinaria manifestación pacífica en contra de la delincuencia, se burló de dicho acto y lo descalificó diciendo que era un complot.
López Obrador es un peligro para México por su falsa austeridad. Aunque asegura que es gente de pueblo, tiene un reloj de 50 mil pesos.
López Obrador es un peligro para México por sus promesas. Eso de elevar los salarios para quienes ganan menos de nueve mil pesos, y de dar una pensión mensual a los ancianos y madres solteras, así como de reducir los precios de los energéticos, podría llevar al país a una crisis difícil de superar.
Mil razones más tengo para afirmar que López Obrador es un peligro para México. Mil razones tengo para pensar que mis visiones no son tan descabelladas.
javier_fuentes@hotmail.com