En ocasiones, mientras disfrutamos de la calma de nuestro hogar, llegan personas que lo echan todo a perder. No todas las visitas son gratas, y muy lento pasa el tiempo cuando tenemos que abrir la puerta a alguien que nos resulta indeseable.
Así me siento ahora, pues a mi casa, México, llegará un visitante por el cual siento repugnancia: George W. Bush.
Cuán equivocado estuve. Durante años creía que la hipocresía era una cualidad exclusiva de los políticos mexicanos, pero no es así.
Cuando veía a López Obrador en su Tsurito, o a Fox partiendo la piñata rodeado de niños pobres, veía en tales actos una hipocresía tan grande que jamás imaginé se viera repetida en otros políticos del mundo. Sin embargo, debo reconocer mi error.
En una ocasión Bush dijo: “Soy un hombre de fe y mi fe impactará mi política pública”. Mayor hipocresía no había visto yo en un político. Hablar de fe y de valores puede hacerlo cualquier persona, menos aquel que inventó una guerra matando a miles de inocentes con tal de ver recuperada la economía de su país y la propia, claro está.
¿Qué puede conocer de moralidad un hombre que siendo gobernador de Texas impulsó a niveles nunca antes vistos la ejecución de reos? ¿Puede calificarse como un hombre de fe a alguien que manda al matadero a cientos de jóvenes de su país con tal de obtener mayor poderío económico?
El hecho que Bush se haya manifestado en el pasado en contra del aborto, del matrimonio entre homosexuales y de las investigaciones con las células madre, no puede traducirse en un apego irrestricto a los valores humanos.
Bush tiene todas las cualidades necesarias como para ser considerado como una persona inmoral. En primer lugar, es un gran mentiroso, pues engañó al mundo entero al asegurar la posesión de armas de destrucción masiva por parte del Gobierno de Irak. Ayudado por este falso argumento, emprendió una sangrienta cacería que aún no culmina. En segundo lugar, Bush es un asesino de su propia gente, pues con sus respuestas al terrorismo, el presidente norteamericano no ha hecho otra cosa más que aumentar el odio hacia su nación en pueblos donde la semilla del fanatismo brota con facilidad. Esto sin duda asegura futuros atentados en ciudades estadounidenses en los que perderán la vida decenas de inocentes. Bush es una persona inmoral también por violar los derechos humanos al utilizar el método de intimidación y tortura para obtener la información de su conveniencia.
Toda guerra es un negocio. Ahora, la supuesta reconstrucción de Irak, así como el manejo del petróleo de esa nación, representan un gran beneficio comercial para Estados Unidos y sobre todo, para sus gobernantes.
Montesquieu, célebre escritor francés, en una ocasión dijo que cuando uno busca tan extremadamente los medios de hacerse temer, encuentra antes siempre el medio de hacerse odiar. El significado de esta frase es fácil de entender, sin embargo, no ha sido comprendida por los gobernantes de Estados Unidos que han convertido a su país en uno de los más aborrecidos del planeta.
Pocas naciones hay en el mundo que sean más odiadas que Estados Unidos, y eso ha sido una consecuencia del proceder de presidentes como Bush. En la mayoría de los países europeos, y especialmente en Francia, el turista estadounidense es objeto de múltiples muestras de desprecio. En Sudamérica sucede algo parecido. En Chile, por ejemplo, los norteamericanos sólo son bienvenidos por sus dólares, pero eso no los salva de enfrentarse a constantes descortesías.
Aunque muchos estadounidenses no merecen ser blanco de ese odio generalizado, tienen que cargar sobre sus espaldas el peso de una nación que se ha hecho poderosa a costa del dolor de millones y millones de seres humanos.
Por eso George W. Bush es un visitante non grato. Tengo muchos motivos para admirar al pueblo estadounidense, y tengo muchos motivos para despreciar a su presidente.
javier_fuentes@hotmail.com