De hacerse notar es la expansión de los casinos o casas de apuestas en la Laguna como en varias ciudades de México, y la realidad sobre las repercusiones sociales que ya se han creado.
Las mentadas casas de juego afectan en forma desproporcionada a la población que es más vulnerable en una sociedad, no a los individuos mas solventes que frecuentemente viajan a Norteamérica o Europa visitando grandes resorts y casinos de primera línea, y que al tener alternativas más cercanas, aunque sean de menor categoría, incrementan la afluencia de apostadores.
Los nuevos casinos en La laguna afectan a los grupos más vulnerables, al empleado de la empresa, al vendedor, al estudiante universitario, a las amas de casa, y por supuesto a los niños que llegan a sufrir la desintegración familiar y patologías de los mayores.
Al tocar el tema de los costos sociales que provocan los casinos, no se trata de una opinión personal, ni siquiera remotamente de un argumento moralista sino de experiencias reales, estudios e investigaciones con hechos contundentes y probados.
Sin excepción alguna, en todas las ciudades de países latinoamericanos en donde los casinos o casas de apuestas disfrazadas se han asentado, las repercusiones sociales han sido por demás devastadoras: Incrementos sustanciales en los índices de criminalidad, adicciones y desordenes mentales, rompimientos familiares y suicidios debido a deudas contraídas.
Perú es un claro ejemplo de las graves consecuencias que los casinos han traído a la población, y puedo atestiguar que muchos de mis amigos peruanos expresan lo terrible que ha sido este fenómeno para la sociedad de Lima, en donde las casas de juego repletas de maquinitas de apuestas se han generalizado en diferentes zonas urbanas.
En una sociedad con un nivel cultural y de educación bajo, en donde la lectura, las Bellas Artes u otras formas de recreación no están enraizadas y/o no son accesibles para la gran mayoría de la población, y en donde además las mujeres no tienen las mismas oportunidades de trabajo y/o recreación que los hombres, los casinos encuentran terreno fértil en donde anidar futuros esquemas patológicos.
Las mujeres suelen ser uno de los blancos fáciles más vulnerables en países latinoamericanos, y en México no ha sido la excepción.
La justificación que se le ha pretendido dar a la instalación de estas casas de juego argumentando creación de empleo y atracción de turistas, es mas que una falacia del tamaño de mundo, y las consecuencias sociales son devastadoras y sumamente difíciles de revertir en el corto plazo, pues con mucha mayor frecuencia atacan al sujeto del matriarcado, a la mujer de la casa, fundamento y columna vertebral de los valores familiares en la cultura Latina.
Nunca será lo miso instalar casinos en un país en donde el PIB per cápita es de 35 mil dólares al año que en uno en donde el PIB es de nueve mil o menos, o en regiones en donde el desempleo suele ser un problema recurrente.
Aun en países como Canadá o los Estados Unidos en donde la instalación de Casinos de gran tamaño y lujo han incrementado el turismo de apostadores provenientes de otros países, no deja de generar problemas de crimen organizado como lo son: robos, asesinatos, extorsiones y fraudes. Además que así también son de abundantes los recursos gubernamentales y organizaciones de particulares dedicados a combatir los problemas generados.
Según cifras de la policía de Nevada la gran mayoría de los crímenes organizados que se cometen en la ciudad de la Vegas, están íntimamente relacionados con el negocio de las apuestas.
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