La legislación migratoria de Estados Unidos tiene olor a hot dog, ése sí completo. Como siempre, los estadounidenses aplicaron la regla imperial: “primero yo, luego yo y al último yo”. El Capitolio, que representa al Congreso estadounidense, votó en diciembre y la semana pasada normas que acorazan su territorio de ataques terroristas e imponen frenos y controles al flujo migratorio laboral.
Ante esa perspectiva, fue lamentable el paseo del presidente Vicente Fox en ciudades de ese país, con el cuento de “influir” en los legisladores, quienes, por cierto, poco caso hicieron de las recientes movilizaciones de millones de indocumentados. Un acuerdo migratorio integral, negociado y del sexenio, se hizo añicos. Nunca tuvo probabilidades.
Esa era la “enchilada completa”. Cierre de la frontera con patrullaje de la Guardia Nacional, muros, mallas, sistemas de vigilancia ultramodernos; contratación seleccionada de trabajadores; militarización hasta de la CIA, son ingredientes de un hot dog que empezará a engullir el Gobierno de Fox.
¿Qué va a suceder? ¿Lo sabe el festivo Vicente Fox? ¿Estará “de pelos” la situación en la frontera? ¿Qué espera el Ejecutivo para instruir a su secretaria de Desarrollo Social, Ana Teresa Aranda, tan ocupada en visitar la casa de Felipe Calderón, a preparar a las ciudades fronterizas para el estacionamiento de migrantes que no puedan burlar a los “rambos” del Tío Sam?
Vienen tiempos difíciles, no sólo para las humildes familias de los migrantes sin papeles, sino para la sociedad mexicana en general, porque en el Capitolio han votado el cierre de una de las válvulas de escape de tensión social mexicana.
Nuestras condolencias al secretario de Gobernación, Carlos Abascal Carranza, por el fallecimiento, el jueves pasado, de su señora madre doña Guadalupe Carranza de Abascal. Que en paz descanse.
Roberto Madrazo empezó a perder tiempo. La semana pasada se hizo guaje con sus sensacionales desplantes, que incluso motivaron que parara su campaña de manera urgente. Y sigue en su tercer lugar. Algún día mejorará, dicen. Sólo que la contienda se va a acabar muy pronto y el priista no da pinta de competidor fuerte. Dos “desaparecidos” siguen la táctica del Madrazo difuso. Uno.- Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien ha dicho que las propuestas de Andrés Manuel López Obrador son de un neoliberal más. Dos.- Elba Esther Gordillo. Ha negociado su apoyo por posiciones en el supuesto Gabinete de Felipe Calderón (cosa que niega el candidato, pero sin romper con ella).
Sus tentáculos en el magisterio, sin embargo, están inmóviles. Dice que hará todo porque Madrazo no sea presidente. Y de esa promesa poco se ha visto aún.
Felipe Calderón con sus manos limpias, según reza su propaganda, fue a tomar café con el gobernador de Sonora, Eduardo Bours, quien por lo menos tiene acusaciones desde el PAN de haber llegado al poder de manera sucia.
El sonorense es antimadracista y ése fue el gancho que mordió el michoacano, que terminó siendo utilizado. Regaló motivos para ser atacado en el debate próximo.
Las autoridades electorales -el IFE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación- están muy desgastadas a una cuantas semanas de las elecciones, que ya se observa terminarán días después del dos de julio, en una sorda disputa poselectoral.
El pronóstico es de pesadilla. Con 100 millones de pesos, Víctor González Torres se promueve entre los grupos populares del país para que voten por él para presidente. Su oferta compite con López Obrador, con el lema “lo mismo pero más barato”.
A la par el PRI y PAN han intensificado su proselitismo entre ancianos, madres solteras, pensionados y otros grupos vulnerables, entre quienes espera el perredista fincar un primer lugar.