A cinco años de la invasión de Estados Unidos, Kabul ha sido el escenario de los peores atentados de los rebeldes talibanes.
EFE
Kabul, AFGANISTÁN.- Con ataques casi diarios y un fuerte aumento de los atentados suicidas, Afganistán vive hoy la peor ola de violencia desde que el Ejército estadounidense invadió el país hace cinco años, el siete de octubre de 2001.
Si la estabilidad del país es más frágil que nunca, al otro lado de la ecuación los talibanes viven su mejor momento desde la invasión de EU, con una presencia cada vez más sólida en las provincias del sur y un creciente poder destructor que incluso ha afectado a la capital en las últimas semanas.
Kabul ha sido el escenario de los atentados estrella de los rebeldes, que el pasado ocho de septiembre incluso lograron matar a dos militares estadounidenses frente a la Embajada de EU en un ataque que acabó además con la vida de otras 16 personas.
Los talibanes han utilizado los ataques suicidas desde hace tiempo, pero no ha sido hasta 2006 cuando esta estrategia se ha convertido en muy habitual en Afganistán.
En 2004 murieron 15 personas en Afganistán en atentados con coches conducidos por suicidas, pero, en lo que va de 2006, casi 150 personas han sido asesinadas como consecuencia de este tipo de ataques.
A pesar que las únicas fuentes de información de lo que ocurre en Afganistán son oficiales o militares, la sensación de anarquía es cada vez más difícil de contener para el Gobierno y las Fuerzas militares extranjeras.
El sur, y en especial la provincia de Kandahar, fue el fortín del régimen talibán comandado por el mulá Omar, derrocado en noviembre de 2001.
La mayoría de los dirigentes del régimen talibán se conforma de refugiados afganos en campos situados en Pakistán que estudiaron en madrasas (escuelas coránicas) paquistaníes, de ahí su nombre ?talib?, que significa estudiante.
Una vez que los muyahidín lograron echar al invasor soviético y colocaron a un Gobierno que se sumió en el caos por las luchas entre los señores de la guerra, grupos dispersos de talibán comenzaron a tomar fuerza en Afganistán.
En 1994 los talibanes, que probaron ser un grupo eficaz y sólido en la lucha contra los señores de la guerra, se hicieron con el control de Kandahar y comenzaron un sorprendente avance que terminó con la toma de la capital, Kabul, en septiembre de 1996.
A pesar que en el extremo nororiental del país una fuerza conformada por diversas etnias conocida como la Alianza del Norte, comandada por el ?León de Panjhir?, Ahmas Shah Massoud, luchaba contra los talibanes, los ultraintegristas islámicos lograron controlar aproximadamente el 90 por ciento del país.
De etnia pastún y religión musulmana suní, establecieron una legislación basada en la Ley islámica, la sharia, en la que se mezclaba la ortodoxia wahabi, de origen saudí, con la tradición tribal, que exhortaba a las mujeres a cubrirse de la cabeza a los pies, incluidos los ojos.
Los talibanes fueron sometidos al escrutinio internacional y la condena de sus políticas, pero el apoyo de los regímenes de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Pakistán, únicos países que reconocieron al Afganistán rebelde, les proporcionó algo de legitimidad internacional a la que afianzarse.
Durante su mandato, permitieron a la organización Al Qaeda de Osama bin Laden establecer campos de entrenamiento para terroristas.
Bin Laden, que financió a los talibanes, mantuvo una estrecha relación con el régimen e incluso casó a una de sus hijas con el mulá Mohammed Omar.
Pero llegaron los atentados del 11-S y el foco internacional se posó sobre Afganistán.
Estados Unidos invadió el país y, poco a poco, la atención de los medios de comunicación se escoró hacia puntos más calientes como Irak.
Sin embargo, cinco años después de la invasión de EU, los talibanes, que gozan de una probada capacidad para moverse sin problemas entre Pakistán y Afganistán, son cada vez más fuertes y a los poderes extranjeros establecidos en este país les cuesta cada vez más mantener la apariencia de tranquilidad.
