EL UNIVERSAL-AEE
SAINT ETIENNE, Francia.- Para algunos de los seleccionados nacionales, la primera noche en la ciudad fue igual de pesada que el viaje hasta Francia. El cambio de horario es, todavía, un problema y el retraso de parte del equipaje los hizo vestirse con lo que pudieron, aunque lo que trajeran encima fuera prestado.
Tal fue el caso de Ricardo Osorio, quien calzó un par de tenis de Luis Pérez y vistió una chamarra y una playera que no eran de su propiedad. Ante la espera del arribo de las maletas, el cuerpo técnico decidió que el entrenamiento sería por la tarde, por lo que al mediodía, los jugadores tuvieron la oportunidad de caminar por algunas calles del centro de Saint Etienne, lo que "sirvió para que los muchachos salieran a caminar y después por la tarde, un entrenamiento normal", dijo Milton Graniolatti, preparador físico del Tri.
Ya en el centro, lo primero que buscaron los jugadores, fueron las tiendas de aparatos telefónicos, "queremos estar comunicados con nuestras familias", manifestaban los seleccionados, mientras se formaban en grupos de cuatro o cinco que iban de aparador en aparador. Mientras sus compañeros se amontonaban en una parte de la tienda, Guillermo Ochoa aprovechó para revisar su correo electrónico en una de las computadoras del local. Vigilado de cerca por Andrés Guardado, el arquero nacional logró conectarse y mandar un mensaje muy importante para después abandonar el lugar con mayor serenidad. Al final, la opción para los jugadores fue la adquisición de tarjetas de prepago para llamadas a Latinoamérica.
O tros, optaron por una caminata que aprovecharon para tomarse la foto del recuerdo en las angostas calles de la ciudad. "Cuando vine a la Confederaciones no me saqué fotos, por lo que ahora sí voy a aprovechar", comentó Carlos Salcido, quien junto a Francisco Rodríguez, Ramón Morales y Luis Pérez se armó con tarjetas de memoria de gran capacidad para que la cámara fotográfica no le fallara en un buen momento. "¿Son jugadores de futbol?", preguntaban algunos jóvenes curiosos, quienes al descubrir que se trataba del equipo mexicano que jugará ante Francia el próximo sábado, no perdieron la oportunidad de tomarse fotografías y pedir autógrafos.
Entre los más reconocidos por los chicos franceses estuvieron Jared Borgetti y Guillermo Franco, quienes perdieron un poco el ritmo de la charla que sostenían en un café de la zona al firmar unos cuantas libretas. Al final del paseo y mientras los tricolores regresaban al autobús, Milton Graniolatti reconoció que si bien los jugadores "tienen que estar concentrados en el trabajo, también necesitan algo de distracción", lo que llamó "el entrenamiento invisible del jugador".