Internos llevana a sus hijos para escuchar al obispo José Guadalupe Galván, quien ofrece misa en el templo del Buen Pastor
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- En el templo de El Buen Pastor del Cereso local, se observa una gran imagen de Jesucristo acariciando una oveja; imitando su ejemplo, el obispo José Guadalupe Galván Galindo, acude con sus ovejas que abandonaron el redil para presidir una misa e imponer la ceniza.
A las 11:05 horas, el obispo de Torreón llega al Centro de Readaptación Social (Cereso) a bordo de un auto Mercedes Benz color gris. En el estacionamiento lo espera el director del penal, David Fernández Hernández, dentro se escuchan unas campanadas.
Por la puerta grande entran y encaminan sus pasos a la iglesia que luce nueva pintura amarilla y columnas blancas en su exterior. Dentro del templo, adornos florales rodean el altar, el coro está listo para entonar sus cánticos.
Dentro de la iglesia se encuentra poco más de un centenar de internos, hombres y mujeres, jóvenes con cabezas rapadas, algunos con tatuajes visibles y adultos de cabello cano y figura cansada.
Poco a poco llegan más residentes del penal, algunos lucen sus mejores ropas y otros en bermudas largas, con tenis o huaraches se detienen en la entrada para persignarse con la cabeza gacha y buscan un lugar.
El Cereso cuenta con una población flotante de mil 200 personas, de las cuales, poco más de 800 se identifican como fieles católicos. En la iglesia fueron superados los 200 lugares de los asistentes y algunos permanecieron en pie.
Cuatro celadores flanqueaban el exterior del templo de El Buen Pastor portando armas largas, toletes, esposas y demás equipo obligatorio y necesario para el desempeño de su función.
A las 11:15 horas inicia la ceremonia eucarística y los fieles se ponen de pie para escuchar la palabra de Dios. Más tarde Galván Galindo retoma la palabra y habla sobre el significado del Miércoles de Ceniza.
El obispo menciona que a todos, desde niños, sus padres los llevaron de la mano a tomar la ceniza. Con el tiempo algunos siguieron con la práctica que según el prelado es el acto de transformación de lo que fue útil en la vida para dar nueva vida.
Llega el momento de imponer la ceniza y los internos e internas hacen hasta tres filas para exhibir su frente y recibir de manos del obispo los dos trazos que forman una cruz y se marca en su frente o su cabeza.
Para los internos del Cereso local el mensaje fue claro, con el inicio de la Cuaresma, los fieles deben adoptar la práctica de Jesucristo, ya que cada quien tiene la oportunidad de arrepentirse y pedir perdón por sus pecados.