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Volver a Davos

Sergio Sarmiento

“No hay nada como regresar a un

lugar que permanece sin cambios para

encontrar las formas en que tú mismo

has cambiado”.

Nelson Mandela

Davos, Suiza.- Llevo unos diez años viniendo al Foro Económico Mundial, primero de manera intermitente y después ya de manera sistemática. Al contrario de lo que muchos de mis amigos piensan, no es ninguna vacación venir a encerrarse una semana en este pequeño pueblo de Los Alpes para participar en una conferencia sobresaturada en la que uno debe competir por una habitación o por servicios con los mayores empresarios, políticos y periodistas del mundo.

No hay quien venga con frecuencia aquí que no se queje. “El Foro ya no es el de antes”, dicen. “Estoy pagando una fortuna por un cuarto malísimo y lejísimos”, “Éste es mi último Davos”. Pero las quejas no impiden que todos los años regresen los mismos. Ni que año con año lleguen nuevos reclutas que se maravillan del contenido de las mesas redondas y de las personas que conocen o simplemente ven en los pasillos o que se sientan junto a ellos en las cenas y comidas.

Jorge Vergara, el rey de los complejos nutritivos y dueño del equipo Guadalajara de futbol, me expresa el entusiasmo: “he aprendido más aquí en tres días que en los últimos tres años.”

Un importante empresario que viene todos los años se queja que no hay foco en el programa de este año. Y algo tiene de razón: ¿qué significa el “imperativo creador”, el tema fundamental de este año? Hay que rascarle mucho a la expresión para darle sentido. Y, sin embargo, Ángela Merkel, la canciller de Alemania, deseosa de hacer una buena presentación en sociedad, le da al término un hermoso contexto al plantear que en un mundo de competencia feroz la creatividad es la única manera de prosperar.

Xavier Salas-i-Martín, catalán, profesor en Columbia en Nueva York, uno de los economistas más brillantes (y excéntricos) del mundo, lo resume de otra manera al ofrecer un resumen de la escala evolutiva en el mundo de la competencia. “Primero, compites en precios. Segundo, compites en calidad. Tercero, compites en innovación”.

Los globalifóbicos que por tanto tiempo se convirtieron en una amenaza, y que hace años le prendieron fuego al MacDonald’s en la entrada de Davos, han dejado ya de ser siquiera una molestia. Un manifestante solitario, con un cartel que insulta a George W. Bush, atrae en un momento la atención de todos los frustrados camarógrafos que esperaban paralizados por el frío en la Promenade, la avenida principal de Davos, ya tienen esa imagen que les han pedido sus editores de las “protestas” de Davos.

Quizá ese solitario manifestante no se ha enterado que Bush nunca ha asistido a Davos. Y quizá por eso mismo el presidente de Estados Unidos a veces parece tan aislado como el manifestante. Porque de alguna manera en los pasillos y salones del Centro de Congresos, así como en los comedores de los hoteles de este pueblo, es posible tomarle la temperatura al planeta.

Bill Gates de Microsoft sigue viniendo todos los años, aunque es una celebridad tan grande que sólo aparece en unas cuantas reuniones cuyo cupo se agota de inmediato. El otro Bill –Clinton- se ha convertido también en un consuetudinario. Kofi Annan está nuevamente presente, pero con una seguridad tal que pierde la oportunidad de integrarse.

Bono, el cantante de U2, aprendió ya el camino y se encuentra aquí nuevamente levantando dinero para África. Angelina Jolie pasa frente a mí mientras escribo este artículo rodeada de asistentes, escoltas y fotógrafos. En contraste, George Soros, el multimillonario financiero de origen húngaro que patrocina la Open Society Foundation y que infructuosamente trató de derrotar a Bush en 2004, sigue asistiendo pese a su edad y se mueve de una conferencia a otra en el transporte público de pequeñas camionetas que el Foro proporciona.

Están aquí también escritores como el brasileño Paulo Coelho, ex deportistas como Pelé y el actor Michael Douglas, que participa en una mesa redonda sobre celebridades, entre muchos más. Los grandes hallazgos, sin embargo, son siempre los menos esperados. En una cena sobre el tema “Diseño inteligente: religión y la búsqueda de la verdad”, comparto la mesa con dos ateos, algunos agnósticos y un famoso biólogo estadounidense Francis Collins, uno de los científicos que determinaron la secuencia del genoma humano. Collins expresa su oposición a que se enseñe la creación junto a la evolución en las clases de ciencias en su país, pero añade que hay leyes naturales sin las cuales el universo no sería posible que nos hacen intuir la presencia de un diseño inteligente en ese universo que la ciencia trata de comprender y explicar.

Escribo estas reflexiones en mi último día de actividades en Davos. Estoy, como todos los años, agotado. Sé que el año que viene me diré a mí mismo otra vez que es absurdo siquiera pensar en ir a Davos. Pero también sé que, si me invitan, aquí estaré de regreso.

BONANZA

Los precios internacionales del petróleo se mantendrán altos, por lo menos en los próximos meses. La demanda sigue creciendo y la oferta se ha mantenido estancada. Por lo menos ese es el consenso de los especialistas que participan en el Foro Económico Mundial de Davos.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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