EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Voto diferenciado

Raúl Muñoz de León

En el café, en el club, en la academia, en el barrio, en la colonia, en el ejido, en la oficina, en el taller, en la calle, en cualquier parte donde se reúnan o concurran más de tres personas la pregunta surge espontánea y casi obligadamente: ¿y tú, por quién vas a votar? Se ha vuelto lugar común decir que ésta será la elección presidencial más disputada en la historia política del México reciente, porque cualquiera de los candidatos de las tres principales fuerzas políticas que participan en la contienda electoral tiene posibilidades de alcanzar la victoria.

Las campañas realizadas hasta ahora por los candidatos de los partidos políticos de mayor presencia y representatividad, no han logrado penetrar en la conciencia del electorado porque no hay propuestas claras, concretas y viables para afrontar los problemas que interesan y preocupan a la ciudadanía, y la posible solución que ofrecen en caso de llegar a la Presidencia de la República. Ha faltado oferta política que pueda convencer a grandes sectores de la población que no son militantes partidistas, quienes ven con escepticismo, recelo y desconfianza las manifestaciones que en mítines y reuniones hacen los abanderados de coaliciones y partidos, creando un ambiente de duda e incertidumbre sobre la intención del voto.

Por eso cuando a la persona se le inquiere por quién piensa votar, la actitud que asume es de indecisión o reserva, no tanto porque no quiera dar a conocer sus preferencias electorales, que también es una razón legítima para mantenerse a la expectativa, sino porque su vacilación resulta de que ninguno de los aspirantes ha logrado inducir el rumbo de su derecho a sufragar. La respuesta más común que se obtiene al preguntársele a alguien por quién va a votar es la de “todavía no sé” y algunos la complementan con una expresión más dura y preocupante: “es que no hay ni a cuál irle”. Y son muchos, muchísimos los que así opinan, situación que debe cambiar porque el resultado puede llevar a un terrible abstencionismo que en nada beneficia a la democracia, ni al que eventualmente gane la Presidencia, pues si su triunfo no va respaldado con una amplia aceptación ciudadana, su Gobierno carecería de la legitimidad indispensable convirtiéndolo en un régimen con debilidades que difícilmente podrá llevar a cabo sus programas y acciones generales de Gobierno.

Estas reflexiones permiten la creación de un posible escenario político a partir de los próximos meses de septiembre y diciembre cuando se instale el Congreso y tome posesión el titular del Poder Ejecutivo Federal. Fíjese, estimado lector: los partidos políticos han iniciado la elaboración de sus listas de candidatos a diputados federales y senadores de la República, después de procesos internos más o menos cuestionados. Algunos ya los han designado e incluso desde hace tiempo están en plena campaña política.

Dependiendo de los perfiles personales de los prospectos a legisladores que propongan los partidos, del nivel de aceptación social que tengan, del historial ético y político que posean, de lo cuestionado o no que pueda ser su candidatura, nos vamos a encontrar con que la ciudadanía emitirá un voto diferenciado, panorama que si bien no es un capítulo inédito en nuestra historia política, sí será más marcado y elocuente en esta ocasión por las características especiales que presenta el actual proceso electoral; de tal suerte que el ciudadano común y corriente, al que aparentemente no le interesa política pero quien en realidad será el que decida la elección, votará por partidos diferentes para los cargos de presidente, senadores y diputados, aunque habrá quienes voten por las fórmulas de un mismo partido, pero serán la excepción. Hoy tenemos una sociedad más informada, más participativa y por lo mismo más politizada que inclinará su voto por las personas, no por los partidos.

De darse así las cosas, y así se darán, en el futuro inmediato de México no habrá fuerza política que tenga mayoría absoluta en las Cámaras, y por lo tanto no podrá tomar por sí sola las decisiones que exigen las grandes tareas nacionales. Necesitará de las otras y tendrá que negociar para obtener los consensos, mediante el diálogo y la concertación.

Esto que puede considerarse sano y conveniente para la democracia, puede ser, sin embargo, un obstáculo para el ejercicio del poder. Si el próximo presidente de la República no cuenta con mayoría a su favor en el Congreso que lo apoye y lo ayude a gobernar, tendrá serios obstáculos para la realización de sus programas de Gobierno, y eso puede traer como consecuencia la parálisis y hasta el retroceso, lo cual nadie quiere porque a nadie conviene, pero por otro lado, lo positivo de este panorama es que quedarán atrás los antiguos escenarios del “yo sin ti” y “del tú o yo” que tanto daño hicieron al país, para pasar al de “tú y yo” que permite una acción de Gobierno democrático de mayor efectividad política. ¿No lo cree usted así?

r_munozdeleon@

yahoo.com.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 203519

elsiglo.mx