El Universal
BARCELONA, España.- Hace 15 años, cuando George Michael era el ídolo pop más importante del mundo, decidió que no volvería a pisar un escenario ni a hacer una gira nunca más. Pero, para fortuna de sus miles de fans, lo pensó mejor y volvió. ¡Y de qué forma!
La noche del sábado, el Palau Sant Jordi de Barcelona apadrinó el primer concierto de la gira 25 Live, con la que el cantante inglés regresa a los escenarios después de 15 años de ausencia. Una gira que se alargará por gran parte de Europa, con más de 40 recitales.
De las 18 mil personas reunidas en el foro de la capital catalana, cientos esperaban ansiosas volver a ver a su ídolo, mientras que la mayoría lo haría por primera vez. Gente de todas las edades, sin importar sexo o condición social.
Al frente del foro, un impresionante escenario daba la bienvenida y esperaba la hora marcada. La puntualidad inglesa hizo su aparición. Tal y como estaba programado, a las 22:00 horas en punto las luces se apagaron para dar paso a las primeras notas y encender una inmensa pantalla que cubría todo el escenario, incluido el suelo.
La voz de Michael sonó, pero él no apareció. Imágenes que bailaban en tres pantallas gigantes servían de preludio junto al tema Here I Am, misma que se ligó a Flawless, en la que el cantante por fin emergió del piso, que se abrió en dos, ataviado con un elegante traje negro y sus inseparables gafas de sol. La gente brincaba y bailaba. La locura inundó al Sant Jordi.
?Hola, Barcelona?, fue el saludo en español que Michael usó para comenzar una noche llena de éxitos. El escenario, dividido en tres pisos, albergaba a los 14 músicos y seis coros que acompañaron al cantante. Con los ánimos en el cielo, y el coro de la gente listo, llegó Fastlove.
Veinticinco años de carrera son muchos, así que había que rescatar temas del primer disco, Faith: Father Figure prendió de nostalgia a los grandes e hizo vibrar a los más jóvenes. Pero hay que ir más atrás en el tiempo, ya que el intérprete comenzó su carrera en el dueto Wham!, así que Everything she Wants fue el resurgir de los 80.
Too Funky, y Outside (sin la referencia del famoso video) pusieron a la gente a bailar y cantar sin parar. Disfrutando del ídolo. Quince años para escuchar en vivo estas canciones, había que gozarlas al máximo.
Pero si no había nada de su sexualidad en Outside, Michael no iba a quedarse callado en el tema de política. Así, y para terminar la primera parte del show e ir a un intermedio de 20 minutos, cantó Shoot de Dog acompañada de imágenes del primer ministro Tony Blair vestido de gitana y del presidente de Estados Unidos, George Bush, vestido de torero y bailando juntos. Y fue más allá.
La pantalla central se abrió y salió un muñeco inflable de cerca de diez metros con la cara de Bush, con un puro en una mano y una copa en la otra. El intérprete se acercó a la figura, le bajó los pantalones y emergió un perro con la bandera de Inglaterra que no se separó de la parte genital de su amo (Bush) hasta desaparecer de escena.
Veinte minutos de descanso. Mientras se descontaba el tiempo de un reloj en las pantallas, se proyectó un largo video musical del tema John and Elvis are Dead. Pero los ánimos no menguaron. Si la espera duró años, por unos minutos no pasaba nada. Así, con el cronómetro en 00:00, George volvió a subir al escenario, esta vez con un traje gris plata, con toda la carne al asador: Faith, un himno para las gargantas recién descansadas.