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Cancún, Quintana Roo.- A un año de constituirse en el peor desastre en la historia de la entidad más joven del país, el ciclón Wilma es todavía una pesadilla que marca el antes y después de Quintana Roo y en particular de Cancún.
El antes correspondió al jueves 20 de octubre de 2005, cuando ese meteoro, que se dirigió con categoría cinco hacia esta entidad, tras golpear diversos puntos del Caribe, entre ellos Haití y Jamaica, aún era una amenaza.
Una amenaza que luego de unas horas se convirtió en el después, al dejarse sentir con toda su furia e intensidad en la isla de Cozumel, de donde siguió su trágico derrotero hacia Playa del Carmen y esta ciudad a la que comenzó a golpear el sábado 22 desatando una serie de efectos jamás vistos ni pensados.
Durante más de 60 horas, los vientos de Wilma azotaron a Cancún, dejando una secuela aún peor que la catástrofe ocasionada por Gilberto en 1988, con daños calculados en ese entonces por el gobierno federal en mil 200 millones de dólares.
A su paso, el fenómeno dañó al 80 por ciento de los 26 mil cuartos hoteleros en Cancún, obligó al cierre del 95 por ciento de los restaurantes, de marinas y centros comerciales con pérdidas diarias de 15 millones de dólares.
Antes del embate del huracán, Cancún tenía un crecimiento laboral del ocho por ciento. Tras su impacto, y la inoperatividad de los cuartos hoteleros, 30 mil trabajadores perdieron sus empleos.
Por si fuera poco, los daños a la infraestructura pública, dejaron incomunicado y en tinieblas a este principal destino de playa de México conformado por una población flotante, sin arraigo, de la que algunos de sus integrantes se dedicaron a robar, asaltar, saquear y a hacer bueno el refrán ?a río revuelto, ganancia de pescadores?.
Hoy, un año después, los quintanarroenses padecen aún diversos rezagos en infraestructura urbana, turística y hotelera con problemas ecológicos en la franja playera que, pese a ser repuesta con una inversión de 200 millones de pesos, comienza ya de nuevo a perderse.
Al respecto, el titular de la Secretaría de Planeación y Desarrollo Regional (Seplader), José Alberto Alonso Ovando, explicó que los daños para revertir los efectos en infraestructura pública aún no han podido ser revertidos del todo.
Precisó que los trabajos en las carreteras afectadas van en un 60 por ciento de avance, la construcción de bordos de contención en zonas costeras en un 70 y los trabajos de alumbrado público y mantenimiento de calles, entre un 40 ó 50 por ciento.
En contraparte, la hotelería se encuentra en un 90 por ciento de recuperación. De las habitaciones en el destino, algunas aún están en reconstrucción por las severas afectaciones sufridas aquel 22 de octubre de 2005.
Explicó que aún queda pendiente por entregar 142 millones de pesos del Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden), los cuales son indispensables para atender los problemas de vivienda, rehabilitación de espacios educativos, deportivos e infraestructura municipal.
Según él, Wilma tuvo la magnitud de cinco huracanes seguidos, generando a su paso pérdidas superiores a los 20 mil millones de pesos, por los daños materiales referidos y su correspondiente secuela en las actividades comerciales.
Así las cosas, Cancún y todo Quintana Roo se aprestan a iniciar el segundo año de su existencia después de Wilma, un huracán, que con nombre de mujer, marcó para siempre la historia y la vida de todos quienes ahí habitan.