Zinedine Zidane puso el punto y final a la victoria de Francia sobre España en los octavos de final del Mundial de Alemania (1-3) y alargó así su carrera que tendrá el epílogo en esta competición.
HANNOVER, ALEMANIA
EFE
El "10" fue el auténtico motor del juego ofensivo francés, se movió con libertad por todo el campo y buscó los huecos en la adelantada defensa francesa, aunque con frecuencia se estrelló en el fuera de juego en el que incurrió su compañero Thierry Henry.
El próximo sábado, ante Brasil, tendrá una nueva prueba de fuego y podrá seguir alargando su carrera o cerrarla definitivamente.
A sus 34 años, el francés demostró que sigue siendo un hombre importante del equipo y que los debates sobre si Francia juega mejor sin él están vacíos.
Luchador y visiblemente motivado, el francés no parece tener ganas de marcharse del fUtbol.
Además de un gran organizador táctico, Zidane fue un auténtico capitán, imponiendo tranquilidad a sus compañeros cuando los nervios se alteraron.
Pese a estar bien marcado, el jugador encontró su espacio en el juego y motivó por qué es la estrella de la selección.
Una estrella que muchos empeñan en que se apague, pero que le madridista quiere mantener viva todavía unos partidos.
