Hay una circunstancia que definirá los desenlaces políticos de 2008: el desempeño de la economía. Será más importante que los programas del gobierno, sus campañas de publicidad o lo que pueda hacer la oposición. La economía determinará la política y será el factor decisivo para las elecciones de 2009.
El gobierno se esmera en sostener lo contrario. En repetidas ocasiones, el presidente ha mantenido que la economía mexicana está muy sólida, hasta llegar al extremo de decir que está más fuerte que la de países desarrollados, donde sus bancas centrales han tenido que intervenir para hacer frente a las consecuencias de su crisis hipotecaria. Repite una y otra vez que estamos a salvo.
La economía mexicana no está bien. Antes de la posible recesión norteamericana, México ya trae el peor record de crecimiento de América Latina. En 2007 creció por debajo de Brasil y muy por debajo de Argentina, Chile, Colombia, Perú y Venezuela. El crecimiento de México enfrenta grandes obstáculos, al grado de no crecer significativamente ni con los muy altos precios del petróleo.
Para 2008 la situación de la economía mexicana será aún más difícil. Las metas oficiales de crecimiento económico y de empleo no son alcanzables. La duda está en qué tan grave será el problema. Con el paso de las semanas, aumenta la posibilidad de que ocurra una recesión en los Estados Unidos. Ahora va quedando claro que, prácticamente todas sus instituciones financieras, incurrieron en prácticas poco ortodoxas para aumentar sus rendimientos, por lo que el problema es mayor al que se esperaba apenas tres meses atrás. Hasta las firmas de mayor prestigio han tenido que recurrir a esquemas de capitalización para compensar sus malas operaciones.
A diferencia de la última recesión, ahora el problema podría resultar más complejo. A la tendencia recesiva se suma el riesgo inflacionario. Para evitar la recesión tendrían que acelerar la baja de la tasa de interés, pero si estimulan de más la economía, destaparán la inflación. Conforme avancen los tres primeros meses se irá viendo de qué tamaño es su problema.
Por lo pronto, en México, la economía muestra ya luces amarillas desde diversos frentes. Los exportadores mexicanos de manufacturas (principalmente de la industria automotriz) ya han visto reducidos sus pedidos. Los de materiales de construcción, empiezan a ajustar su nómina. Las ventas navideñas no fueron las esperadas; hasta en los pueblos, los comerciantes se quedaron con muchos juguetes sin vender. Incluso, quienes venden propiedades a extranjeros en las playas, llevan meses sin vender. Para 2008, las expectativas sobre la economía son adversas, lo mismo entre los empresarios que en el conjunto de la población.
La mayor dificultad económica se agrava por la situación social. El alza de la canasta básica resultó muy superior al incremento de los salarios. En particular, el alza de la tortilla, la leche, el pollo, el huevo, el azúcar y el transporte afectan a los más pobres. Por su parte, la libre importación de maíz, leche, frijol y azúcar, creará condiciones de mayor adversidad para el campo.
Aún así, si la recesión en los Estados Unidos es leve y breve, el país y la sociedad resistirán. Pero si se va a una franca recesión y los riesgos de inflación la prolongan, viviremos de nuevo una época difícil. Ese es el escenario pesimista que no quiere aceptar el gobierno. Se esfuerza por negarlo todos los días. Sabe de los altos costos que le representaría. Para empezar, aún sin llegar a él, el presidente ya está informado de la caída en su popularidad que las expectativas económicas adversas le han significado en las últimas encuestas.
Si no ocurre la recesión en Estados Unidos, el gobierno podrá seguir presumiendo de sus fortalezas financieras. Pero como la probabilidad de que sí ocurra va a la alza, sería conveniente que, en estos días de asueto, se reflexionara con objetividad. En 2008, puede llegar una circunstancia, donde los instrumentos económicos no den de sí. Entonces, para enfrentar la crisis, se necesitará de mesura y consenso.
Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista
