BANDERAZO DE SALIDA.- Aristóteles Onassis, el hombre leyenda que vivió la vida como quiso, excéntrico y espléndido, sin ocultar nada de lo que hacía o pensaba, tendrá un monumento en su querida isla de Scorpios... Si viviera, eso le daría risa y diría algo grueso en su lenguaje marinero. La estatua es con fines turísticos porque Onassis es uno de los personajes leyenda de Grecia, como lo es el Partenón y el templo de Afrodita, guardando las diferencias... Onassis se casó con la mujer inalcanzable de su época, Jacqueline Kennedy, la viuda de uno de los presidentes más queridos de Estados Unidos; la modeló a su manera pero siguió sus amores clandestinos con otra mujer famosa, la cantante de ópera María Callas.
CURVA PELIGROSA.- Sus amigos lo llamaban Ari, y eso le gustaba. Era pequeño, rechoncho, de piel obscura, de ojos negros y sonrisa radiante, detestaba usar smoking, y prefería la ropa desteñida y mal cortada, pero cómoda. Le gustaba andar en shorts, con el torso desnudo y un pañuelo rojo atado a la cabeza, como un pirata... Bebía poco, y siempre tenía a mano agua mineral y una caja con pastillas de todos tamaños y colores. Ofrecía champaña y jugo de naranja a sus invitados, y él prefería una copa de vino Carpanos y avellanas asadas... Apreciaba a las mujeres ambiciosas, porque decía que eran las que podían dar la mejor prueba de sinceridad a un hombre rico.
RECTA FINAL.- Tenía ideas definidas sobre las mujeres. Decía que para comprenderlas había que ser más femenino que ellas. Y repetía que la mujer, según la Biblia, fue la última cosa que hizo Dios, y que debió haberla hecho un sábado por la tarde porque uno se da cuenta de lo cansado que estaba... Sobre la infidelidad de las mujeres repetía las palabras de Sacha Guitry: ?Me avergonzaría que otro hombre supiera con lo poco que yo me conformaba?... Toda su vida le agradeció a Helena de Rothschil que dijera en público que parecía un pirata, Onassis, en resumidas cuentas, era un bucanero, y su yate Christina su barco filibustero. Cuando alguna persona le interesaba prácticamente la secuestraba a bordo. Lo hizo con Sir Winston Churchill y con Greta Garbo. Con Churchill jugaba interminables partidas de ajedrez en las que el viejo estadista inglés hacía trampas descaradamente, y de las que Onassis fingía no darse cuenta.
META.- Le encantaba vivir a bordo de su yate. Y de pronto, ordenaba zarpar y nadie sabía de él en varias semanas... Su más preciado amuleto era un viejo encendedor Silver-Match que encontró tirado en el mercado de pescadores de El Pireo... Era tan mal hablado como la peor verdulera, pero sus explosiones no duraban mucho... Antes de casarse con Jacqueline Kennedy, dijo que no le gustaban las mujeres norteamericanas porque eran muy independientes y esperaban que los hombres les abrieran la puerta del coche y las ayudaran a bajar... Solía decir que en Grecia, a una mujer le basta pasar la noche con un griego para convertir a ese hombre en un dios.