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A Cien por Hora...

Ricardo Rubín

BANDERAZO DE SALIDA.- La infidelidad y la falta de recursos económicos son las causas principales de los divorcios en los países latinoamericanos. Pero, según los expertos que han estudiado este fenómeno, lo que más detestan los hombres en sus esposas es el parasitismo: la mujer que insiste en “compartir juntos nuestra felicidad o desgracias” sin dejar solo al marido ni a sol ni a sombra... Cuando sus demandas entorpecen las breves e inocuas escapatorias de la jaula conyugal, surge el “departamento de soltero”... La mujer que insiste en “enseñarle” a su marido cómo vestir, comer, hablar y actuar. Y casi siempre con el comentario mordaz: “Es que eres como un niño chiquito. Tu mamá no te educó bien”.

CURVA PELIGROSA.- Agregan los expertos: Los maridos aborrecen a las esposas hablantinas, a quienes comentan cosas del novio de la sirvienta, de la vecina, del ridículo peinado de una amiga... El cariño excesivo por los hijos. El hombre cree y quiere ser el rey de la casa, y aunque adora también a sus hijos, se resiste subconscientemente a ser reemplazado... Les choca la mujer que se entrega al quehacer de la casa en cuerpo y alma. Les repugna que les advierta a cada rato: “No te sientes allí”, “Ya moviste ese florero”, “No pongas ese vaso allí”... Les repugnan las mujeres que al mediodía todavía andan con rizadores en el cabello, sin maquillaje, en pantuflas, o que van en bata en el coche a dejar o a recoger a los hijos a la escuela... Resienten a la mujer que quiere saber qué hizo su marido cada minuto del día, en qué ha gastado el dinero, con quienes amigos, o amigas, habla más, e insisten en saber de qué hablaron... Detestan a la mujer eternamente celosa, a la que una plática casual con otra mujer constituye una traición, o que de pronto les sale con un: “Te estuve observando cómo mirabas a Fulanita”.

RECTA FINAL.- A los maridos les fastidian las esposas que “se hacen las chiquitas”. (“No me hagas caso, ya sabes que soy una tonta”, “Qué, ¿ya no quele a su Lupita?”). No hay que confundir la dulzura con el empalago... Al marido le indigna la mujer descuidada con el dinero, incapaz de llamar a cuentas a la sirvienta, que no sabe mantener un presupuesto familiar y que a media semana sale con que ya no tiene dinero... No perdonan a las esposas que les hablan de sus antiguos novios, de cómo han progresado “y tú en cambio sigues igual”. “Leí en el periódico que Zutanito fue ascendido a un puesto ejecutivo y que gana muy bien”... Se desilusionan cuando, por algún disgusto, la mujer sale enseguida con “No sé para qué me casé contigo. Le hubiera hecho caso a mi mamá, que siempre dijo que tienes mal carácter”... Los esposos se duelen cuando sus mujeres prefieren su familia a la de ellos, y tratan de apartarlos de padres, hermanos y amigos.

META.- A la mayoría de los esposos les resulta humillante que su esposa platique, ría, baile con otro hombre, y que diga que es muy simpático... No toleran que su esposa elogie a Merengano porque tiene unos ojos lindos o una bonita nariz, o porque es muy gracioso... Les fastidian los “fríos silencios”, el congelamiento en que las mujeres se encierran después de una discusión, que no buscan una reconciliación inmediata, y que digan “Pues hoy no te hago de comer. Vete al restaurante”... Les duele que su esposa no cuide su figura, que les contradigan en público, que cuando van a contar un chiste les salgan con “Ya lo contaste una vez, mejor cállate”.

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