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A Cien por Hora...

Ricardo Rubín

BANDERAZO DE SALIDA.- “Cuando yo era muy joven y sentía la ansiedad de estar en otra parte, los mayores me aseguraban que la mayoría de edad curaría esa picazón. Cuando alcancé la mayoría de edad, el remedio prescripto fue la madurez. En la madurez me aseguraron que la vejez aplacaría mi fiebre, y ahora que tengo 58 años es posible que la senilidad se encargue de ello. Pero nada ha funcionado”... Así comienza su libro de viajes John Steinbeck, Premio Nóbel de Literatura, cuando decide recorrer la Unión Americana en una camioneta para conocer mejor al país “sobre el que he escrito tanto, y del que conozco muy poco”... El famoso escritor quería conocer a la gente, hablar personalmente con ella, ver las distintas regiones y adentrarse en el espíritu de esa Norteamérica que tan bien supo describir.

CURVA PELIGROSA.- Steinbeck dice que no sólo en Estados Unidos, sino en muchos otros países, hay escritores que hablan de sus pueblos sin conocer la geografía de los mismos, su forma de hablar, sus particularidades... Leen algunos libros y hojean folletos turísticos, y lo que ven allí es lo que escriben como si ellos hubieran estado allí. Y hay muchos que hacen viajes fugaces de uno o dos días, para ambientarse, y luego escriben falsedades... Para hacer su largo viaje, Steinbeck compró una flamante camioneta y la envió a una fábrica para que la acondicionaran. Le pusieron una litera, cocina, baño, un gran depósito de agua potable, un refrigerador y un amplio botiquín de primeros auxilios. El escritor también compró víveres, licor, libros y hasta una enciclopedia geográfica. Y decidió llevar a un compañero de viaje: su perro Charley.

RECTA FINAL.- Charley era un perro de aguas que con frecuencia emitía el sonido “Ftt” porque tenía torcidos los dientes frontales. En realidad se llamaba “Charles le Chien” y era nativo de Bercy, un suburbio de París, de donde Steinbeck lo trajo a Estados Unidos... Charley entendía enseguida las órdenes que se le daban en francés, pero cuando se le hablaba en inglés era un poco lento para obedecer porque tenía que hacer la traducción... “Es un perro muy diplomático”, dice Steinbeck. “Prefiere negociar a pelear, y hace bien porque pelea muy mal. Y aunque es amistoso y bonachón, es un buen perro guardián porque tiene un rugido de león que confunde y asusta”... Charley le sirvió a Steinbeck para hacer algunas amistades desconfiadas en pueblos pequeños, pues hay lugareños que dudan que un hombre que tenga un perro tan juguetón y noble como Charley sea malo, aunque se trate de un desconocido.

META.- Steinbeck y Charley recorrieron durante varios meses el territorio norteamericano. Salieron de Long Island y fueron a las dos Dakotas, Virgina, Ohio, Montana, Nueva Jersey, California, Texas, Nuevo México y Louisiana... La camioneta en que viajaron fue bautizada por el escritor con el nombre de “Rocinante”, en honor del jamelgo en que Don Quijote hizo sus correrías. Cuando Steinbeck iba a iniciar su largo viaje, sus amigos le dijeron que se dejara crecer la barba porque sería perseguido por el público y los periodistas porque ya era un escritor famoso, y su retrato estaba en la solapa de todos sus libros, en revistas y en periódicos. A su regreso, Steinbeck confesó a sus amigos que nunca, nadie, lo identificó como el escritor Premio Nóbel que era.

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