Las fracturas vertebrales (FV) son unas de las principales manifestaciones de la osteoporosis, y una gran cantidad de datos indica que los sujetos que la presentan deben ser tratados en forma urgente. Esto se debe a que la presencia de una fractura vertebral no sólo aumenta el riesgo de sufrir una fractura subsiguiente, sino también el riesgo de padecer una fractura extravertebral, como por ejemplo, de cadera. Durante el año después de una fractura vertebral, una de cada cinco mujeres sufrirá otra fractura vertebral. En la actualidad se sabe que las fracturas vertebrales se asocian con una gran morbilidad y una excesiva mortalidad.
Los determinantes de la resistencia del hueso son la Densidad Mineral Ósea (DMO), la geometría ósea y la calidad ósea. Los efectos de la enfermedad y su tratamiento sobre la DMO están bien documentados y existe un gran interés en la geometría ósea como determinante de la resistencia del hueso.
Los componentes de la calidad ósea incluyen: el recambio óseo. La microarquitectura ósea, la mineralización del hueso, el microdaño, y las composiciones óseas de la matriz y del mineral. Todos estos componentes son interdependientes entre sí.
Algunas de las alteraciones de la calidad ósea producen un aumento de la fragilidad del hueso, incluso en el contexto de un aumento de la DMO, lo que remarca la importancia de la calidad ósea como un determinante de la resistencia ósea, independientemente de la DMO.
La osteomalacia se caracteriza por un aumento del osteoide y una mineralización reducida del hueso, y reasocia con seudo fracturas, en algunos casos, con fracturas patológicas. Los huesos son blandos, y esto produce las características deformidades de los miembros en niños con raquitismo y, en casos severos, en adultos con osteomalacia. En el otro extremo, la osteopetrosis se caracteriza por la hipermineralización ósea y el aumento de la masa ósea, debido a la incapacidad de los osteoclastos para resorber el hueso. El hueso es rígido y quebradizo, tiene una capacidad reducida para absorber energía, y con frecuencia se asocia con fracturas.
La resistencia ósea, que permite al hueso soportar la carga y la tensión de las actividades diarias, está determinada por la estructura ósea (arquitectura, forma) y por las propiedades materiales del hueso (tamaños de los cristales, calidad del colágeno ). Estas propiedades, a su vez, están determinadas en mayor o menor medida por la velocidad de racambio óseo.
Las mujeres premenopáusicas no se fracturan porque tienen una tasa de recambio óseo bien controlada. En realidad, aparte de los bifosfonatos. La mayor parte de los datos disponibles sobre reducción del riesgo de una fractura provienen de la terapia de reemplazo hormonal, que reduce la velocidad del recambio óseo a los niveles premenopáusicos.
La reducción de la remodelación ósea aumenta la densidad mineral ósea porque disminuye el espacio de remodelación, pero ejerce efectos en paralelo, tanto sobre la estructura como sobre las propiedades materiales del hueso.
Por eso es conveniente realizarse la densitometría de columna y cadera por lo menos una vez al año.