Antes de que se construyeran las presas ?Palmito y Tórtolas? las avenidas del río eran festejadas anualmente por infinidad de laguneros. Al aviso de ?¡ahí viene el agua! ¡Ya viene el agua!?, la gente se reunía en el puente naranja ?hoy plateado-, a solazarse y admirar la corriente. El cauce se llenaba de orilla a orilla: muchos tomaban alguna copa, brindando por la buena cosecha que el caudal aseguraba. Una vez vacías las botellas, se introducían en ellas billetes ?grandes?, se taponaban y se lanzaban a la corriente? ?a ver qué regador se la encontraba?.
Se regaba por ?entarquinamiento?, o sea, los agricultores hacían grandes cajas rodeadas por bordos de más de un metro de altura que se iban llenando de agua del río sobre superficies arropadas. Se llenaban tantas como agua había: gran avenida, muchas cajas y viceversa. La humedad infiltrada permitía cosechas necesitadas apenas de un riego de auxilio. De esa manera no había sobreexplotación.
Las aguas del río eran color chocolate y arrastraban tierra, piedras, animales, troncos de árboles, pero sobre todo limo que abonaba la tierra cada año. Había esteros en muchas partes con pesca, tierras ricas para cultivos estacionales; sandía, melón, etcétera y arboledas. El nivel del agua del acuífero subterráneo era alcanzable a pocos metros y a veces afloraba en la superficie.
Con las presas, las canalizaciones y la urbanización, se ha perdido el contacto con el río y su significado. Seguramente para muchos es desconocido. De San Fernando a Mayrán el río ya no existe. Las tierras aledañas al cauce se han desertificado, la flora y la fauna desaparecieron casi por completo.
De San Fernando a Graseros, el majestuoso bosque de galería ha sido muy presionado por el hombre, lugareño o visitante. Las hermosísimas alamedas están secas. No hay humedad suficiente en el suelo para mantener los álamos vivos. Sabinos milenarios ?una gran cantidad- han sido quemados total o parcialmente debido a que algunas personas hacen fuego entre sus troncos para cocinar cuando hacen días de campo. Se pesca indiscriminadamente y el uso del suelo es muchas veces erróneo. Resultado: vemos cómo el desierto avanza cauce arriba.
Para colmo, la sierra alta ha sido sobreexplotada, dejando a las autoridades el urgente trabajo de reforestación, la que hasta hoy ha sido insuficiente.
Los laguneros no debemos permitir más daño a nuestros bienes vitales y escasos. Recuerde, vivimos en zonas áridas, sistemas frágiles que pueden fácilmente ser desertificados.
Desde mediados de 1999, cuando se crea Biodesert, A.C. como Organización No Gubernamental con apoyo y colaboración con World Wildlife Fund (WWF), uno de los objetivos más importantes que fueron compartidos por ambos organismos fue el Río Nazas, principalmente de agua y vida en la región. Esta prioridad surge ante el grave proceso de deterioro que enfrenta, expresado principalmente en la desertificación de su cauce principal al que hoy en día se le conoce desafortunadamente como ?lecho seco? desde la represa San Fernando hasta la otrora Laguna de Mayrán; pero el proceso no se interrumpe ahí, si no que continúa hacia arriba como se observa a partir del Parque Raymundo, donde de manera triste se distingue la pérdida del bosque de galería y toda la biodiversidad asociada a él.
Para WWF- Biodesert rescatar esta parte se contempló como una prioridad, apoyando los señalamientos que algunos ciudadanos venían haciendo de manera aislada, así como las acciones que entidades de Gobierno realizaban, particularmente el Municipio de Lerdo, Durango. La forma de contribuir a este propósito fue, en primer término, realizar un estudio de la parte baja del Río Nazas, delimitándola geográficamente e iniciando en ella el trabajo de investigación que comprende desde la represa de San Fernando a la presa Francisco Zarco, en donde se identifican dos importantes unidades de paisaje: el Cañón de Fernández y el Valle de Juárez.
Para llevar a cabo esta labor se solicitó y encontró la colaboración de instituciones educativas como la Facultad de Agricultura y Zootecnia y la Escuela Superior de Biología, ambas de la Universidad Juárez del Estado de Durango que dieron soporte técnico al proyecto y apoyo financiero al Municipio de Torreón, Coahuila, al Consejo de Ciencia y Tecnología de Durango, quienes generosamente lo proporcionaron, así como la misma WWF.