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Abuso de poder| Diálogo

Yamil Darwich

La madrugada del nueve de mayo, Carlos Ahumada Kurtz, abandonó el Reclusorio Norte del brazo de sus familiares. La felicidad sólo les duró unos minutos; pronto fue abordado, violentamente, por agentes de la Capital, quienes haciendo uso de la fuerza lo levantaron -entre varios gorilas- y metieron en un vehículo oficial; sin dar mayores explicaciones desaparecieron peliculescamente, dejando asombrados a todos los presentes.

El desconcierto fue generalizado; los mismos abogados del empresario no esperaban una acción de ese tipo, que consideraron totalmente ilegal; de hecho, hasta ahora, no ha sido plenamente justificada por las autoridades del Distrito Federal. Horas después fue dejado en libertad.

Lo interesante del caso sería saber, con certidumbre, qué sucedió en ese tiempo; oficialmente nos informaron que lo dedicaron a exámenes médicos y a hacer interrogatorios en relación a demandas legales que tiene pendientes; de fondo, nos queda la duda por la posible -¿segura?- represión, advertencias o amenazas, en relación a su actuar y declaraciones futuras.

Sin duda es un acto de violación a los derechos individuales que muchos pensamos ya no se ejecutarían, menos aún ante la presencia de la prensa, quienes no dejaban de grabar, fotografiar y hacer notas, pues al decir de los representantes legales del empresario corrupto, -no fueron desmentidos-, nunca recibieron las notificaciones anteriores que marca la Ley para poder detenerlo, basándose en desacato a una orden de autoridad.

Carlos Ahumada no es una “blanca palomita”, de hecho, todos conocemos sus maniobras ilegales, incluido el soborno para obtener contratos del anterior Gobierno de la Capital, que fuera integrado por individuos del mismo partido que ahora ocupa el poder. Él mismo entregó horas de videograbación con imágenes de los ilícitos efectuados.

Tampoco podemos dejar de reconocer que la práctica de la corrupción en los medios de la administración pública -incluidos todos los niveles- ha sido utilizada por muchas personas para enriquecerse “inexplicablemente”, incluidos algunos supuestos empresarios; usted y yo podemos hacer memoria de varios casos de sujetos que de pobres resurgen como grandes potentados.

En las prácticas ilícitas se incluye a diferentes empresarios mexicanos y extranjeros, transformándolas en perverso método, visto como un procedimiento “normal” al que inclusive algunos le asignan presupuestos.

Si esa realidad nos ofende, mayor es el agravio cuando nos dejan muchas dudas por aclarar; le comparto algunas mías: ¿Por qué a Carlos Ahumada lo agredieron así en el DF? Pareciera tratarse de un empresario corrupto que ha sido utilizado como objeto, en medio de una lucha de poder entre políticos y sus partidos.

Si como el PRD ha sido exhibido por sus abusos de poder en los puestos públicos, también debemos recordar el escándalo generado por el empresario Kamel Nacif y el priista Emilio Gamboa Patrón; tampoco el PAN queda fuera, sólo le traigo a la memoria a Los Amigos de Fox con Lino Korrodi, o la “chamaqueada” del Niño Verde; de ellos ya se habla poco y pretenden los olvidemos con el tiempo. No lo haga.

Seríamos afortunados si la Ley realmente se ejerciera, pero luego viene la desesperanza cuando recordamos al vulgar René Bejarano, aquel que vimos una y otra vez revisar una maleta llena de dólares y hasta guardar las ligas que los fajaban o a Gustavo Ponce Meléndez, perdiendo dinero malhabido y alcoholizándose en Las Vegas, Nevada. Ambos continúan ejerciendo poder político.

Al bombardeo con videoescándalos -que iniciaron hace tres años y aún no terminan- en medio de la guerra de politiquería entre Manuel López Obrador y Vicente Fox, se sumaron para condimentar el problema otros tantos que fueron grabados en Cuba y que misteriosamente nadie supo cómo llegaron a México.

El ladrón de “cuello blanco” Ahumada, fue exhibido en horas de grabaciones que nadie garantizó fueran sin edición. De paso, Fidel Castro, golpeaba nuevamente a Fox, sumando al desprestigio internacional de México, como país corrupto, rompiendo el protocolo diplomático. El colmo: algunos mexicanos apoyaron la agresión.

Apagado el fuego, Ahumada continuó defendiéndose de las acusaciones utilizando dinero malhabido o propio. En el camino, empezó la caída del equipo de futbol Santos Laguna, al verse desmantelado de aquellos jugadores “estrellas” que lo mantenían en los primeros lugares. Del problema aún no salen los dueños, directivos y sobre todo, la afición, que abona su cuota en el abuso de poder.

Unas preguntas más: si en el caso no ha habido justicia para los mexicanos, al menos nos digan ¿dónde quedaron las decenas de millones de dólares que todos vimos -hasta el aburrimiento- en la televisión? ¿Qué sabe usted del tema?

Junto a estos personajes existen otros muchos que construyeron cadenas de poder contra las que debemos luchar. Difícil, pero demos los primeros pasos: mantenernos atentos, no olvidar, participar en la vida política nacional y castigar con nuestro voto. ¿acepta?

ydarwich@ual.mx

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