CARTAGENA, Colombia.- Álvaro Uribe Vélez es el personaje de moda en este país. Gobierna a los colombianos desde hace cinco años y consiguió dos milagros: reducir drásticamente los índices de violencia y reelegirse por un segundo periodo presidencial.
Cuando Uribe llegó al poder hace cinco años, Colombia vivía una de sus peores etapas de inseguridad y violencia ante la combinación mortal del narcotráfico y la guerrilla.
Este político originario de Medellín, Antioquia, prometió poner un alto a la delincuencia organizada, pero muy pocos le creyeron porque las mafias se habían infiltrado por todas partes gracias a su inmenso poder económico.
Hace cinco años en Colombia asesinaban a políticos, jueces, policías y a periodistas por doquier. Hoy esta ola de violencia se redujo de manera impresionante.
Hace cinco años los colombianos producían un 80 por ciento de la producción mundial de cocaína. Hoy la exportación de coca de este país se ha reducido al 50 por ciento.
Hace cinco años los secuestros, extorsiones y el despojo de bienes y propiedades por parte de la guerrilla era el pan de cada día. Hoy las FARC estás arrinconadas, los colombianos viven más tranquilos y las inversiones locales y extranjeras fluyen de nueva cuenta.
Álvaro Uribe estuvo en esta maravillosa población colonial llamada Cartagena de Indias para hablar ante periodistas del continente americano a quienes detalló su estrategia.
“Nos basamos -dijo- en tres acciones: la extradición masiva de narcotraficantes, la confiscación de sus riquezas y el uso de toda la Fuerza del Estado para combatir al crimen.
Colombia ha extraditado en los últimos años a cerca de 500 narcotraficantes y delincuentes de alta escuela, en su mayoría a Estados Unidos lo que permitió desmantelar a los poderosos cárteles que durante décadas hostigaron a este país.
Pero el arresto y extradición de los capos -cuenta Uribe- estuvo acompañado de acciones judiciales contundentes para confiscarles sus cuentas bancarias y propiedades a fin de quitarles su capacidad de seguir actuando y de corromper autoridades.
La tercera acción del Gobierno de Colombia fue hacer uso de todas las corporaciones policiacas y militares para combatir al narco y la guerrilla. Según Uribe era imposible ganarle la guerra a un enemigo tan poderoso sin utilizar a todas las corporaciones.
Hoy en día es común ver a militares patrullando las calles hasta en motocicletas al igual que resguardando edificios públicos y privados. Y lejos de dar una señal de intimidación, los soldados son vistos con beneplácito por una población deseosa de paz y seguridad.
Obviamente persiste en Colombia la corrupción oficial y preocupantes niveles de violencia, especialmente al interior del país, pero en las ciudades más importantes como Medellín. Cali y Bogotá, se respira un clima de tranquilidad y de trabajo.
Uribe reconoce que el camino es todavía largo y señala que en su reciente encuentro en Bogotá con el presidente George W. Bush le urgió a incrementar la vigilancia en las aguas del Golfo de México en donde según el mandatario colombiano se intensificó el contrabando de cocaína y otras drogas.
Estados Unidos ha descuidado esa zona -menciona Uribe- y se requiere cortar las rutas de las drogas para lograr reducir más y más la actividad de los narcotraficantes.
Prueba de este nuevo ambiente que vive Colombia es la realización de la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa que no sesionaba en este país desde hacía 22 años.
La semana entrante iniciará aquí el IV Congreso Internacional de la Lengua Española al que asistirán destacados escritores y celebridades de la talla de los reyes Juan Carlos y Sofia de España.
Dos reflexiones finales: Álvaro Uribe deberá tener cuidado y frenar las tentaciones del poder, esto es retirarse a tiempo de la política al concluir su mandato.
La segunda: el presidente Felipe Calderón tiene en la experiencia colombiana un vivo ejemplo de cómo atacar al narcotráfico y a la delincuencia organizada en México antes de que sea demasiado tarde.
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