Lo usual es que uno se levante por la mañana, salga a recoger el periódico del día y sencillamente se siente a leerlo frente a una olorosa tasa de café recién hecho, pero sin percatarnos de todo el trabajo que hay detrás de las páginas que leemos.
Por eso es tan significativo que El Siglo de Torreón haya cumplido este día 28 de febrero, ochenta y cinco años de salir diariamente a recorrer las calles de nuestra ciudad en su misión de mantener informados a los ciudadanos de los principales acontecimientos internacionales, nacionales y locales.
Es posible que haya quienes piensen que ochenta y cinco años no es en realidad nada en la vida de un periódico y quizá tengan razón, pero es mucho si tomamos en cuenta que, como dice un buen amigo periodista, ?un periódico es un milagro diario?.
Es un milagro, porque la vida útil de un ejemplar periodístico es efímera. Podríamos decir que su vida es apenas de unas seis horas, pues entre las seis de la mañana y las doce del día, ya fue leído y prácticamente desechado, además de que las noticias de la mañana, ya no lo son para el mediodía.
Por eso creo que quienes trabajan en la confección de una edición de este periódico, son como modernas penélopes, que tejen por la noche y su tejido se deshace durante las primeras horas del día. Y por la tarde hay que comenzar de nuevo la labor.
Si para quienes hemos vivido desde hace muchos años, en forma periférica, la vida de un periódico, esa vida es fascinante, para aquellos para quienes esta actividad constituye su trabajo fundamental debe serlo aún más.
Desde que el reportero sale a la calle con su orden de trabajo o en busca de la noticia, hasta que el periódico ve la luz del día, la actividad de todos estos hombres y mujeres se entrelazan con el fin de que, muy temprano tengamos en nuestras manos, el ejemplar del día.
Encontrar la noticia, confeccionarla o en su caso, seleccionarla, decidir la prioridad de su publicación, armar el ejemplar y echar a andar la rotativa, es en sí mismo todo un proceso maravilloso.
Quien haya visto una prensa en movimiento, no podrá olvidarlo jamás. El profesionalismo de los que la maniobran, de los que cuidan que el color esté bien impreso, hasta de los que están pendientes del doblador y la tensión del papel para evitar que se rompa. Es toda una labor de conjunción que da como resultado un ejemplar, en sí mismo, histórico. Hacer eso todos los días, es simplemente maravilloso.
Ya no digamos el seleccionar la noticia que se llevará las ocho columnas o corretear a los editorialistas para que entreguen su colaboración. Decidir en las juntas de consejo, a qué noticias debe dársele seguimiento o estar al pendiente de los distribuidores del periódico. Todo en sí mismo, es una trabajo sorprendente.
Son ochenta y cinco años de editar El Siglo. Por trescientos sesenta y cinco días de cada año (si restamos algunos cuantos inhábiles), suman: 31,025 ejemplares. Si sacamos las horas laboradas veremos que son: 248, 200 horas, en jornadas de ocho diarias, que en realidad siempre son más.
No se requiere de mucha reflexión para llegar a la conclusión de que son muchas vidas entregadas a esta labor. Largo y quizá equívoco sería para mí nombrar a las personas que dedicaron toda su vida a esta empresa. Bástenos con señalar que, al igual que don Antonio de Juambelz, son muchos los hombres que con él se dedicaron a hacer de El Siglo, el periódico defensor de la comunidad.
Un periódico que, por su seriedad y objetividad, ha llegado a arraigar hondo en el corazón de nuestra Comarca Lagunera. En su ser y razón de ser. En su forma de vida y sus costumbres.
Hay personas que se van del periódico y otras llegan. Pero la labor no se interrumpe. Hay una continuidad que le permite a esta Casa Editora seguir su camino, a pesar de todo y de todos. Porque tiene muy claro cuál es su tarea: La de informar.
Cambian las formas. Se rediseña el periódico, Se enriquecen sus páginas. Pero ese objetivo, nunca se pierde de vista.
Cuando se remodeló el edificio del periódico, era verdaderamente notable este fenómeno al que me refiero.
Entre cables sueltos, andamios, ladrillos y mezcla, el periódico continuó saliendo a la calle todos los días.
Desde su nacimiento hasta la fecha, la Comarca se ha mantenido objetivamente informada, gracias al trabajo de cientos de personas que hoy pueden celebrar con alegría y dignidad, el ochenta y cinco aniversario de El Siglo.
Porque en efecto, como se afirma: Hace ochenta y cinco años, ?Torreón ya tenía un Siglo?.