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Adiós a los rostros de los políticos| Periférico

Luis Guillermo Hernández Aranda

Gracias por todo papá

Como por arte de magia los rostros de los políticos desaparecieron del paisaje urbano. Su voz ya no estará en el cuadrante radiofónico y sus spots televisivos harán alusión a sus obras, pero la sonrisa del funcionario en turno no aparecerá por ningún lado.

El motivo: el pasado miércoles de acuerdo con el Diario Oficial de la Federación, entró en vigor la reforma constitucional en materia electoral que prohíbe a los gobiernos personalizar la publicidad e incluir en ella su voz, imagen y nombre, la cual sólo deberá ser institucional.

Ante esta disposición legal los titulares de Comunicación Social de las diferentes entidades de Gobierno en Coahuila informaron que ya realizaron una “limpia” de espectaculares, así como de publicidad en medios impresos y sacaron del aire spots de televisión y radio.

La reforma es de gran importancia ya que obliga a los funcionarios públicos a apostarle únicamente a su trabajo como forma de promoción para apuntalar su carrera política. El trabajo será la mejor carta de presentación para buscar un nuevo puesto de elección popular.

En los últimos años los ciudadanos de todos los rincones del país fuimos testigos de cómo el debate de las ideas, las propuestas y los conceptos fueron secuestrados por los spots publicitarios. 30 segundos en la televisión eran más eficientes que un discurso donde se informara sobre el rumbo de las políticas públicas. De esta forma el debate fue sustituido por la frase pegajosa y la sonrisa Colgate.

Paralelamente el dispendio económico en spots y espectaculares se convirtió en un insulto para el grueso de la población que lucha diariamente por sobrevivir, ya que en nuestro país los empleos son escasos y el poder adquisitivo cada vez es menor.

La pasada elección presidencial de 2006, es el ejemplo más claro de los excesos a los que pueden llegar los políticos con tal de conseguir un objetivo electoral, teniendo como principal arma de “guerra” la publicidad.

A nivel local los ejemplos son muchos. Sin embargo, mención aparte merece el gobernador de Coahuila, Humberto Moreira y el alcalde de Torreón, José Ángel Pérez, quienes “adornaron” todo el estado con espectaculares donde sus rostros sonrientes informaban de supuestos logros.

Tal vez Moreira en su papel de gobernador tenía, relativamente, una mayor justificación que José Ángel Pérez para promocionar su imagen en todo lo ancho de Coahuila. Sin embargo, el Centenario de Torreón fue el pretexto ideal para que el alcalde panista colocara su foto en calles de Monclova y Piedras Negras.

Obviamente lo de menos era promocionar Torreón, lo importante para José Ángel Pérez era darse a conocer con miras a la gubernatura de Coahuila. Tampoco a Humberto Moreira le importaba informar sobre el uso de los recursos, lo importante era el culto a la imagen.

Desde el inicio de sus respectivas gestiones, Humberto Moreira y José Ángel Pérez evidenciaron su gusto por promocionar su imagen, desarrollando una especie de competencia para ver quién ponía más espectaculares con su rostro. El pretexto era lo de menos, para tal fin lo mismo servía la inauguración de una obra, la salvación del Santos o el ambiente de inseguridad generado por acciones del crimen organizado.

La reforma no prohíbe la publicidad de los diferentes órdenes de Gobierno, los funcionarios podrán utilizar los medios para seguir informando obras, pero ahora de manera institucional. La promoción de la imagen ya está prohibida por Ley, de esta forma ahora los ciudadanos podremos valorar si en realidad era necesario tanto espectacular para informar sobre “presuntos” logros. Es de esperarse que el gasto de promoción disminuya, lo que sin duda es benéfico para el grueso de la población.

En este escenario, tanto José Ángel Pérez como Humberto Moreira y todos los políticos del país, se verán obligados a apostarle al trabajo y al buen ejercicio de Gobierno como carta de presentación para hacer carrera en la política. El culto a la imagen funciona en el mundo del espectáculo, pero muy poco beneficio trae en la acción de gobernar.

lharanda@

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