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Aeroméxico| Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Aeroméxico corre el riesgo de ser una cifra más en las estadísticas de empresas que desaparecen”.

Jorge Sunderland, vocero de ASPA

Hace algún tiempo hablé con un accionista de una de las nuevas aerolíneas de bajo costo y le pregunté por qué había decidido arriesgar su dinero en una industria, la de la aviación comercial, que tiene la reputación de ser un barril sin fondo. Me explicó que un viaje en Aeroméxico le había hecho percatarse de que todas las prácticas de dispendio generadas por un contrato colectivo excesivamente oneroso que provocó la quiebra de la aerolínea en 1988 estaban nuevamente presentes en la empresa. “Aquí hay una gran oportunidad –se dijo- para quien pueda montar una aerolínea más eficiente”.

Y efectivamente, la multiplicación de aerolíneas de bajo costo en nuestro país ha demostrado que había una gran oportunidad de mercado. Nombres como Internet, Volaris y Avolar, desconocidos hace apenas unos años, se han vuelto cada vez más comunes entre los usuarios de servicios de aviación. Algunas empresas establecidas desde hace tiempo, como Aviacsa, están operando ya como aerolíneas de bajo costo. Incluso Mexicana, una firma tradicional, ha optado por poner su propia aerolínea de bajo costo, Click.

Las aerolíneas de bajo costo están ya transportando al 27 por ciento de los pasajeros nacionales. Tan sólo entre el primer trimestre de 2006 y el mismo período del 2007, Aeroméxico ha perdido el 9.2 por ciento de su participación de mercado medida en pasajeros transportados. Mexicana ha sufrido una caída de casi 11.8 por ciento. Las dos empresas no tienen ya las ventajas del virtual monopolio en el que vivieron durante años. Vale la pena señalar, sin embargo, que mientras que Aeroméxico ha perdido terreno, Aerolitoral, su filial de vuelos regionales, la cual utiliza pequeños aviones Embraer, ha crecido vigorosamente. Si se suman a Aeroméxico los números de Aerolitoral, la empresa en conjunto sigue manteniendo su participación de mercado.

Tanto Aeroméxico como Mexicana, vendida hace dos años al Grupo Posadas de Gastón Azcárraga, están conscientes que, si no reducen sus costos, tarde o temprano quedarán fuera del negocio de la aviación comercial. Aeroméxico está a punto de enfrentar una gran prueba. Hoy, 30 de mayo, ASSA, la Asociación Sindical de Sobrecargos que encabeza Francisco Villarreal, llevará a cabo una asamblea para decidir si acepta o no una propuesta de revisión salarial. El sindicato ha emplazado a huelga para el 31 de mayo.

ASSA está pidiendo un aumento de 5 por ciento mientras que la empresa ha señalado que simplemente no puede dar ningún incremento. De hecho, el 10 de mayo Aeroméxico presentó a sus sindicatos una propuesta para la modificación de los contratos colectivos con el fin de reducir costos. La Asociación Sindical de Pilotos, ASPA, votará hoy sobre esta propuesta. El sindicato de sobrecargos, que hoy tiene que resolver el tema de la revisión salarial, ha preparado una contrapropuesta y considerará los cambios estructurales en una próxima asamblea en junio.

ASPA ha reconocido que la reducción de costos es vital para la supervivencia de la empresa. Según Jorge Sunderland, vocero del sindicato, “Los pilotos sabemos que sólo hay una opción: volvernos más competitivos y productivos, o de lo contrario Aeroméxico corre el riesgo de ser una cifra más en las estadísticas de empresas que desaparecen.” El IPAB, dueño aún de Aeroméxico, está buscando colocar 63 por ciento de las acciones de la aerolínea en bolsa. Pero esto no ocurrirá si los contratos colectivos condenan a la línea a la desaparición.

Después de ganar dinero en 2004 y 2005, Aeroméxico registró pérdidas en 2006 y en el primer trimestre de 2007. Sin embargo, sigue teniendo un gran potencial. Cuenta con excelentes rutas y la OAG (The Official Airline Guide) recientemente la consideró como la mejor aerolínea de Latinoamérica. No hay duda, por lo menos, de que domina el rentable mercado de viajeros de negocios en nuestro país.

Los sindicatos parecen estar conscientes de lo que está en juego. En los años en que Aeroméxico y Mexicana disfrutaron del virtual monopolio de Cintra, los sindicatos obtuvieron una serie de prestaciones y reglas de operación que difícilmente pueden conservarse en un mundo de competencia real. Hoy los líderes y la administración deben decidir qué prestaciones y reglas son realmente sostenibles y cuáles no. Al final, los trabajadores serán los más afectados si Aeroméxico no puede sobrevivir a la competencia.

Algunos trabajadores de Aeroméxico mantienen aún la memoria histórica de la quiebra de 1988. Quienes recuerdan lo sucedido saben que de nada sirve tener contratos colectivos generosos si la empresa no puede seguir volando. Ninguna prestación vale la pena si lleva a la pérdida de la fuente de empleos.

DESACATO

Este 28 de mayo un Tribunal colegiado ordenó al Congreso de Puebla separar de su cargo y consignar penalmente a Martín Huerta, presidente municipal de Zacapala. Huerta destituyó a Amada García del cargo de síndico por haber faltado a cinco sesiones consecutivas. La síndica se amparó y un juez ordenó su restitución. El presidente municipal consideró injusto el fallo y se negó a acatarlo. Por eso hoy el Tribunal procede contra él. Lástima que Huerta sea panista. De otra forma, podría buscar la asesoría legal de Andrés Manuel López Obrador, quien ya demostró en la Ciudad de México que un gobernante no tiene por qué ser castigado aun cuando incurra en desacato.

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