La cantidad de terreno afgano usado para las plantaciones de opio es ahora mayor que el conjunto de tierras utilizadas en América Latina para el cultivo de coca. (Archivo)
Los cultivos de amapola en Afganistán batieron este año un nuevo récord al alcanzar las 193 mil hectáreas.
Afganistán se ha consolidado este año como el primer abastecedor de droga al mundo, al batir un nuevo récord de cosecha de opio ilícito y superficie de amapola que supera a toda América Latina como suministradora de coca ilegal.
Esa es la conclusión que se desprende del Informe Anual sobre el Opio 2007 elaborado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), según la cual los cultivos de amapola en Afganistán batieron este año un nuevo récord al alcanzar las 193 mil hectáreas, un 17 por ciento más que el año pasado.
El 82 por ciento de los cultivos de amapola, planta con la cual se fabrica tanto el opio como la heroína, está en el conflictivo país de Asia Central.
“La cantidad de terreno afgano usado para las plantaciones de opio es ahora mayor que el conjunto de tierras utilizadas en América Latina para el cultivo de coca”, señala la ONUDD en un comunicado.
“La cosecha total de opio será (en 2007) de 8 mil 200 toneladas”, un 34 por ciento más que en 2006, añade.
El director ejecutivo de la ONUDD, el italiano Antonio Maria Costa, quien es también el máximo jefe de esta oficina de Naciones Unidas en Viena, ha viajado a Afganistán para tratar con las autoridades la lucha contra las drogas y se reunió con el presidente del país, Hamid Karzai.
Costa instó a las autoridades afganas a reforzar la lucha contra la droga y en este contexto, resaltó la necesidad de combatir la corrupción, que es “el lubricante” del narcotráfico, al tiempo que pidió también a la OTAN “un apoyo más activo” en esta lucha.
En este contexto, la ONUDD insta a los Estados miembros de la ONU a añadir los nombres de una docena de narcotraficantes a la lista de la Organización de las Naciones Unidas Al Qaeda/Talibán, prevista en la resolución 1735 del Consejo de Seguridad, con el fin de confiscar sus bienes, prohibir sus viajes y facilitar su extradición.
“Sería un error histórico dejar que Afganistán colapse bajo el florecimiento de las drogas y la insurgencia. Sólo un 14 por ciento de la población está involucrada en el cultivo de amapola. La gran mayoría de los afganos quiere sacar al país de la droga y el crimen. Se merecen nuestro apoyo”, dijo Costa.
“La situación afgana del opio parece terrible, pero no es del todo desesperada”, añadió.
La buena noticia es que el número de provincias afganas libres de cultivos ilícitos aumentó de seis a trece en el centro y norte del país, con lo cual el problema, aunque muy intensificado, se concentra en la turbulenta zona del sur.
ZONAS INESTABLES
Cerca del 80 por ciento de la amapola se cultiva ahora en “unas pocas provincias a lo largo de la frontera con Pakistán, donde hay más inestabilidad. En la inestable provincia de Helmand, donde se concentra la rebelión de los talibán, esas plantaciones aumentaron un 48 por ciento, hasta las 102 mil 770 hectáreas”.
La ONU destaca que, con una población de apenas 2.5 millones de habitantes, sólo esa provincia se ha convertido en la mayor fuente de drogas ilícitas del mundo, pues supera “la producción de países enteros”, como Colombia (principal fuente de coca) o Marruecos (cannabis), así como Myanmar, que produce también planta amapola.
Estas naciones tienen hasta veinte veces más habitantes.
Destacó que los talibán abolieron el edicto religioso de julio de 2000 que prohibía el cultivo de opio, del que ahora está sacando provecho económico.
No obstante, los expertos de la ONU reconocen que la principal razón por la cual los campesinos afganos desisten de cultivar, fabricar y vender droga es que consideran estas actividades incompatibles con el Islam.
Costa advirtió de que la pobreza no puede ser usada para justificar la droga ilícita -la amapola no se cultiva en las zonas más pobres del centro y norte del país, donde los ingresos per cápita son a veces la mitad que en sur, con tierras más fértiles-, pero sí con la inseguridad y la falta de control gubernamental.
“En el centro y norte de Afganistán, donde el Gobierno ha incrementado su presencia y autoridad, los cultivos de amapola están disminuyendo”, recordó.
Un ejemplo es la provincia de Balkh donde se registró “un colapso” de las plantaciones ilegales, que pasaron “de 7 mil 200 hectáreas a cero” el año pasado.