El candidato conservador a la Presidencia de Francia, Nicolas Sarkozy, en su último mitin de campaña reunió a 40 mil personas, Sarkozy se presentó como el candidato “del pueblo de Francia” y “no el candidato de un partido”. (EFE)
Nicolas Sarkozy, el polémico y dinámico candidato a la Presidencia de Francia, como todos los grandes guerreros políticos, tiene un flanco débil, un moderno talón de Aquiles, que no le provocará la muerte como al legendario guerrero griego, pero podría impedirle concretar el sueño de toda su vida. Sarkozy, dicen sus enemigos, es autoritario, casi brutal y, en determinados momentos, incapaz de controlar su cólera.
Aunque Sarkozy obtuvo 31 por ciento de los votos en la primera vuelta y todas las encuestas de opinión señalan que sigue gozando de una ventaja sobre su rival, Segolene Royal, una señal inequívoca de que los franceses están dispuestos a llevarlo al Elíseo, también existe casi un consenso nacional sobre la personalidad del candidato de la UMP: infunde temor a la gente.
Los jóvenes descendientes de inmigrantes lo odian, la ultraizquierda lo detesta y la izquierda y el centro no esconden su animosidad contra Sarkozy. El discurso duro que utilizó durante la campaña sedujo a los votantes de derecha, pero alarmó al resto del electorado, que descubrió su carácter autoritario y compleja personalidad.
Su más famoso arrebato se produjo durante los disturbios de 2005, que colapsaron los suburbios de grandes ciudades en todo el país. Sarkozy prometió limpiar de criminales las zonas de conflicto y calificó de “escorias” a los jóvenes que protestaban en las calles.
“Nicolas Sarkozy tiene un problema de personalidad”, anotó Roland Cayrol, director del instituto demoscópico CSA -el organismo de vigilancia de los medios-, un par de días antes de las elecciones del domingo pasado.
“Mucha gente de centro-derecha teme que tendrá problemas para mantener la cabeza fría cuando tenga que tomar decisiones como presidente”.
POLÉMICA PERSONALIDAD
La polémica personalidad de Sarkozy volvió a convertirse en noticia el viernes, cuando Francois Bayrou, el poderoso líder de la UDF, que puede inclinar el fiel de la balanza con sus 6.7 millones de electores, lo acusó de haber presionado a una cadena privada de televisión para anular un debate entre él y Royal. Según Bayrou, Sarkozy censuró la libertad de expresión utilizando su red de contactos en medios de comunicación y empresas para cancelar el debate previsto para ayer.
El jueves, Canal Plus canceló sorpresivamente el debate para no violar las leyes vigentes, que exigen el mismo tiempo de emisión para los candidatos. Pero CSA emitió un comunicado negando haber ordenado a Canal Plus cancelar el debate. “Cuando di una conferencia de prensa el miércoles, hablé de las intimidaciones y amenazas de Sarkozy.
Lo que ocurre ahora es exactamente a lo que me estoy refiriendo”, insistió el llamado “tercer hombre”. La supuesta censura también enfureció al Partido Socialista, que acusó a Sarkozy de utilizar métodos estalinistas para impedir la libertad de expresión.
“Esta es la Francia que prepara Sarkozy, una Francia triste, brutal y monocromática, reducida al silencio”, dijo Vicent Paillon, portavoz de la candidata socialista. ¿Será cierto? Sarkozy desmintió las acusaciones con una frase adecuada a la guerra mediática.
“Se trata de un proceso de Moscú”, dijo el candidato. Aunque el debate entre Royal y Bayrou tuvo lugar en otro canal de TVA, la duda existe y es posible que las elecciones del seis de mayo se conviertan en un inédito referéndum sobre la personalidad del candidato de la derecha y que su plataforma económica pase a un segundo término.