El ex vicepresidente iraquí, Taha Yasín Ramadán, fue ahorcado antes del amanecer de ayer, justo cuando se cumplían cuatro años del comienzo de la invasión de Irak por tropas estadounidenses y británicas.
Su cuerpo fue enterrado en Auya, junto al de Saddam Hussein, el hombre al que sirvió fielmente durante la mayoría de sus 69 años de vida.
Ramadán se convierte así en el cuarto dirigente del régimen depuesto en ser enviado a la horca, todos ellos por el “caso Duyail” y pese a las numerosas peticiones internacionales para que el Gobierno no aplicase la pena máxima sobre los condenados.
Contrariamente a las ejecuciones de Saddam Hussein, Barzán al Tikriti y Awad al Bandar, en esta ocasión se han filtrado muy pocos detalles sobre el momento del ahorcamiento.
Según sus abogados, Ramadán, que permanecía bajo custodia de las tropas estadounidenses en una prisión junto al Aeropuerto Internacional de Bagdad, fue entregado a las autoridades iraquíes horas antes de su ejecución, que tuvo lugar en otra cárcel del barrio de Kazimiya, un local usado en tiempos de Saddam como centro de espionaje.
Fuentes gubernamentales que pidieron el anonimato dijeron que Ramadán parecía asustado y que, como Saddam, pronunció la “shahada” (“No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta”) antes de morir.
El Gobierno iraquí parece haber tomado todas las precauciones para evitar la difusión de imágenes del ahorcamiento, después de que las relativas a Saddam causaran indignación dentro y fuera de Irak.
El ahorcamiento de Ramadán, “número tres” en la jerarquía del régimen de Saddam, coincidió con el cuarto aniversario de la invasión del país, y los observadores dudan que contribuya a mejorar las perspectivas de reconciliación entre los shiies que dominan las instituciones y la minoría sunnita.
Ramadán, que era de etnia kurda, se identificó completamente con los suníes que ocuparon el poder en época de Saddam, y nunca ejerció de kurdo ni comulgó con los separatistas o autonomistas de esta región del norte iraquí.
Tan es así que pidió ser enterrado junto a Saddam, en el mismo panteón en el que el ex dictador yace en la localidad de Auya, al norte de Tikrit (capital de la provincia de Salahedín), según confirmó su hijo Ahmed.
Ramadán fue en un principio condenado a cadena perpetua, pero el Gobierno apeló la sentencia por considerarla demasiado benévola. En la vista en apelación, el Tribunal de Casación elevó la pena hasta la ejecución.
El “número tres” de Saddam, uno de los más duros del régimen, tenía el “10 de diamantes” en la baraja de los más buscados, y fue arrestado en agosto de 2003 cuando se escondía en algún lugar de su ciudad natal, Mosul.