Se ha declarado que la actual Administración del Municipio de Torreón tiene la idea de crear un Zócalo donde ha morado por siempre la Plaza de Armas. La añeja intención de crear un estacionamiento subterráneo en el corazón de la ciudad nuevamente ha cobrado vida y según informa la Presidencia Municipal, en una encuesta ordenada por ellos se destaca que el ochenta por ciento de los ciudadanos está de acuerdo en que se lleve a cabo la obra y que harán todo lo conducente para llevar a buen puerto el proyecto.
La verdad es que tiene muchos años esta idea de construir el dichoso aparcadero bajo la Plaza de Armas, desde hace cerca de 20 años, todo mundo sabía que el Centro de Torreón requería con urgencia alguna obra de diera solución al caos que significaba encontrar un lugar en dónde apearse del vehículo.
Recuerdo siendo preadolescente las notas publicadas, donde el argumento de los árboles de la plaza eran un patrimonio insustituible y las protestas de siempre que suelen ocurrir en estos casos por estas tierras, inclinaron la balanza para rechazar la obra que era encabezada por el empresario Ramiro Cantú Charles.
El tiempo pasó y el estacionamiento obviamente no se llevó a cabo. El Centro de la ciudad se mantuvo intacto y se negó a modernizar en lo absoluto, así que paulatinamente, Torreón vio cómo el primer cuadro de la ciudad gradualmente perdía su vigor y dinamismo comercial, abriendo paso a otros rumbos mientras esta zona cada vez se transformaba en cuadras fantasmas donde los locales deshabitados se convertían en nidos de vagabundos y viciosos.
Sólo las avenidas Juárez e Hidalgo se han sostenido en el plano comercial, pero de ahí en fuera, basta echar una mirada para corroborar lo que otrora fuera el corazón de una vigorosa zona de comercio a lo que ha quedado convertido hoy.
Ejemplos de fantasmones hay muchos: el edificio de lo que un día fue Chácharas y Juguetes, que hace ya años cerró sus puertas; la peluquería Adel por la avenida Morelos, que tantos y tantos laguneros pasaron por las armas de los institucionales fígaros que ahí hicieron parte de la historia –claro que mi mamá me llevó muchas veces, siendo yo niño, hay que aclararlo-; el cine Torreón, que literalmente es casa de muchos indigentes; qué quedó del local de la tienda de cámaras fotográficas y películas conocida como De Llano, sito avenida Morelos y calle Acuña; murió también el casino de La Laguna, bello edificio que guarda entre sus paredes infinidad de recuerdos y así se podría continuar con muchos ejemplos de lo que hoy por hoy es el resultado de todo lo que se dejó de hacer o lo que se hizo, como el haber impedido en aquellos años que se hiciera el subterráneo.
Un hecho anecdótico, líneas arriba señalaba el argumento para no dejar que se tocaran los árboles de la Plaza de Armas. El doce de diciembre de 1999, una nevada cayó en toda la Comarca Lagunera y los dichosos arbolitos sufrieron el embate: o sea al final sin estacionamiento y sin arbolitos.
Hoy debemos confiar en que los tiempos sean distintos, están ya sobre la mesa las condiciones para que se otorgue la concesión y se haga de una vez la obra, sin embargo, los últimos acontecimientos de cómo se ha hecho la obra pública bajo la presidencia de José Ángel Pérez, han desatado la desconfianza de algunas cámaras representativas de empresarios de Torreón, de que se cuente con la capacidad de realizar satisfactoriamente el proyecto.
Es natural pensar que no es la parte de Obra Pública donde el alcalde Pérez sea un experto, ahí están lo resultados, pero hay que darle vuelta a la hoja y dentro del júbilo del Centenario, aprovechar para que todos pongan su grano de arena y por fin la ciudad tenga algo que le ayude a ser mejor.
“El que con leche se quema, hasta al jocoque le sopla”, dice el refrán. Crucemos los dedos para que José Ángel no se pelee con nadie y el Centro cuente con algo qué ofrecerle a sus cada vez menos visitantes.
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