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American Estrés

Patricio de la Fuente G.K.

“Con el poder de su firma”…

(Frase gracias a la cual,

lector querido, probablemente pertenezcas al buró)

Sí, alguien muy atinadamente rebautizó así a la tarjeta del centurión en vista de que durante el mes uno se encuentra en estado de indefensión, firme y firme quitadísimo de la pena y ¡zas! al final de la jornada nadie nos va a hacer la valona, ninguna hada pagará por nosotros y de ahí toda la carga de estrés, la pregunta que todo deudor se ha hecho en cierto momento ¿y ahora cómo demonios voy a pagar esto?

¿Culpable la publicidad? En parte. Dicha práctica -también el marketing- está fundamentada en varios preceptos; rescato aquí quizá uno de los más importantes: el generarle al consumidor necesidades y deseos previamente inexistentes. La labor del publicista será identificar aspiraciones y crear una escala nueva donde nuestros valores se redefinan en sincronía a las leyes del mercado. ¿Estamos a merced de un grupo? Sí, en parte, pero también culpable el comprador por pretender ocupar nichos donde no necesariamente le corresponde estar.

El negocio del crédito es maravilloso ya que nos permite acceder a productos y servicios de toda índole sin la obligación de hacer pagos por la totalidad del saldo. Sin duda la vida era más simple y práctica hace algunos años: se gastaba lo que se tenía en mano y quizá -no generalizo- existía una mayor responsabilidad cuando de enfrentar nuestros pasivos se trataba, es decir, egreso versus ingreso iban de la mano.

Ahora todo es distinto. Gastar, poseer objetos y artículos suntuarios, la pretensión de ascender en la escala social se ha tornado en una guerra sin tregua. Soy lo que compro, la marca que enseño oculta mis carencias emocionales y me posiciona dentro de un grupo determinado; el sentido de pertenencia es fundamental si de sobrevivir en la jungla posmoderna se trata. Tenemos más de lo que realmente necesitamos y no por ello eso nos hace mejores personas. Sencillo: me fascina el oropel y el relumbrón.

Recuerdo que tan sólo hace pocos años el tener un plástico -tarjeta de crédito- era prerrogativa y privilegio de unos cuantos; ahora las regalan como si fueran premios adentro de una caja de cereal. Antaño el color no decía demasiado, hoy él determina cuán importante soy dentro del juego. Se empezó por un verde, luego el oro ya que “querer es poder”, posteriormente el platino “pues su estilo de vida y capacidad de pago lo han hecho acreedor al innumerable universo de servicios que sólo Banco Patito tiene reservado para usted”. Y claro, cuando todo lo anterior dejó de ser suficiente vendría el color negro “epítome de la exclusividad” o “things only reserved for the most discriminating members of our club”. No me sorprendería demasiado el que dentro de un tiempo no muy lejano se nos termine la gama de colores.

Es menester la correcta utilización y destino que le doy a los recursos que genero. Tanto para gasto, otro tanto para ahorrar. Lo malo es que para como andan los tabuladores en cuanto a salario se refiere ¿quién puede estarle metiendo al cochinito? Muy pocos.

¡Vaya que las promociones vienen en cadenita! No contentos los bancos y comercios afiliados con las vacaciones decembrinas, tan pronto llega Semana Santa ya nos están recetando con los mil y un pretextos para volver a gastar. ¡Xcaret y las magias del Caribe al alcance de su mano!, “Con su tarjeta Patito Oro Internacional difiera el pago de su viaje a la playa a la que todos van a cómodas mensualidades sin intereses”. “A la madrecita adorada regálele todo su amor y ese fino detalle de Joyerías Patito Oriente que ella sin duda sabrá aquilatar”. “Con Banco Patito viva un verano peligroso visitando Boca del Río, destino reservado para gente como usted”.

No soy banquero, aunque por ahí tenemos algunos en la familia y sin embargo me pregunto lo siguiente: ¿Cómo demonios alguien que percibe equis cantidad al mes es premiado con una línea de crédito que supera varias veces sus ingresos? Otra: ¿Por qué yo pago puntualmente y nadie me premia, cuando al vecino, sí, aquél que presenta un notable atraso en sus obligaciones le acaba de llegar esa tarjeta que muy pocos tienen? De a dos sopas: o no tengo cara de gente “nice” o los que dan las aprobaciones me tienen tirria…Sabrá Dios.

Lo que sí sé es que la carne es débil y en algún momento todos podemos flaquear ante el canto de las sirenas. Te seguiría platicando sobre lo obvio, pero hoy es mi día límite y debo correr al banco a pagar el mínimo. ¿La causa? Una promoción de Banco Patito para ir a Mazatlán y como no tenía novia entonces me fui solo. ¡Total, si fue a doce meses!

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