Aprovechando que no tengo hechos qué consignar, por el receso de cuatro semanas en las actividades del Club Sembradores de Torreón pues hasta hoy se reanudan en el restaurante del Club Campestre Montebello, te platicaré que el sábado pasado al leer ?como es mi costumbre desde hace mucho tiempo- las notas sociales de Yeye Romo Zozaya, las que inicia con el amigable Hola, hola, me encontré con la sorpresa del saludo y abrazo que me envía expresando además su opinión sobre esta columna.
Te confieso que me sentí emocionado y agradecido por sus palabras, pues no es frecuente recibir comentarios sobre lo que uno escribe. Si el Lic. Armando Fuentes Aguirre (Catón) el periodista, escritor, filósofo y poeta más leído de México menciona que sólo tiene cuatro lectores, pues imagínate, éste tu servidor acaso tendrá, incluyéndome, dos lectores.
La mención de Yeye coincidió con otro comentario que días antes le hiciera por vía telefónica la señora Laura de Arroyo a una de mis hijas, respecto a que había acudido a una reunión de amigas y que una de ellas había llevado como tema de reflexión, el recorte de la columna Amigo Sembrador del jueves último de diciembre, aclarando que el autor era el papá de Gabriela Ledesma, amiga de ellas quien estaba pasando por serios problemas de salud y que por eso llamaba.
Y va de cuento: hace algún tiempo, a raíz del sensible deceso del inolvidable consocio y amigo sembrador Jaime Cantú Charles, por mérito de haber sido miembro del Consejo del Instituto Tecnológico de Monterrey Campus Laguna, se le rindió un homenaje en las instalaciones de esa institución, acto al que fui invitado por el inefable Jesús Raúl (Chamuco) Villarreal, para que dijera unas palabras en recuerdo de tan querido amigo. Cuando el evento terminó me abordó una guapa señora, que dijo llamarse Victoria Martínez de Peña, para decirme que ella era asidua lectora de la columna Amigo Sembrador y que al escuchar mi nombre quiso saludarme.
En esta grata tarea de comunicar por escrito las actividades del Club Sembradores de Torreón, he recibido muchas satisfacciones, tales como cuando en la peluquería de Lalo ocasionalmente me encuentro con Francisco José Madero, que más que prominente personaje político es amigo mío desde hace cinco décadas y me dice que aunque no nos vemos con frecuencia siempre lee mis artículos. Otro caso es cuando el capitán de meseros, al que todos le dicen don Pedro Vargas por su gran parecido con el tenor, me comenta que lee esta columna. Y si eso sucede a quien sólo es portavoz de un club de servicio, ya podrás suponer lo que le sucede a Yeye Romo Zozaya con sus leidísimas y gustadas crónicas sabatinas De Sociales en las que desfilan multitud de personajes de la vida social comarcana.
