Salvador Novo fue un personaje muy singular en el mundo de las letras en México, escritor, ensayista, articulista y poeta; temible en sus epigramas y exquisito en sus sonetos; cada inicio de año regalaba a sus lectores uno de ellos, como el siguiente que nos viene de perlas en estas fechas:
Gracias, Señor, porque me diste un año
en que abrí a tu luz mis ojos ciegos;
gracias porque la fragua de tus fuegos
templó en acero el corazón de estaño.
Gracias por la ventura y por el daño,
por la espina y la flor; porque tus ruegos
redujeron mis pasos andariegos
a la dulce quietud de tu rebaño.
Porque en mí floreció tu primavera;
porque tu otoño maduró mi espiga
que el invierno guarece y atempera.
Y porque entre tus dones me bendiga
-compendio de tu amor- la duradera
felicidad de una sonrisa amiga.
Esa sonrisa amiga se multiplicó en la primera reunión del año que tuvimos el jueves próximo pasado, en la sesión comida del Club Sembradores de Torreón que organizaron Fernando Félix Aizcorbe, Jorge Guajardo Esquivel, Luis Felipe Rodríguez Hanzik y Michel Zreik Kawas en las bellas y cómodas instalaciones del Club Campestre Montebello, con la asistencia de cuarenta y un socios y tres invitados.
En uno de esos claroscuros que tiene la vida tuvimos la pena, un día anterior al convivio mencionado, de que Manuel Hinojosa Petit pasara de ser a permanecer en el recuerdo de todos cuantos tuvimos el privilegio de su amistad. Desde las gerencias que ocupó, primero en una empresa cervecera ubicada a la entrada de Ciudad Lerdo y posteriormente en una empresa refresquera de Torreón por el rumbo del bulevar Revolución, nunca desoyó cuanta demanda de ayuda se le hizo. Siempre se prodigó en el bien comunitario. Fue actor por afición, Ejecutivo de Ventas por profesión, Rotario por convicción y amigo sincero por vocación. Expresamos nuestros sentimientos más profundos a María Luisa Blázquez de Hinojosa y a sus hijos. Sabemos que Dios tomó a Manuel en sus brazos amorosos.