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Amigo Sembrador

Francisco A. Ledezma

Si reminiscencia es la acción de representarse u ofrecerse a la memoria el recuerdo de algo que pasó. Si evocar es traer algo a la memoria o a la imaginación y si añorar es recordar con pena la ausencia, privación o pérdida de alguien o algo muy querido, podría decirse que la obra recién publicada Ya no Hay Trenes, de la autoría de Rosario Ramos Salas, tiene los tres sensaciones enlazadas entre sí.

Asistí al auditorio del Museo Arocena escuchando con interés la presentación que de dicho libro hicieron Asunción del Río y Laura Orellana, pertenecientes –como la autora del libro- a la Sociedad de Escritoras Laguneras, con acotaciones del Profr. Saúl Rosales, así que ya sabrás del bien opinar y del mejor decir de tan brillantes exponentes del medio cultural coahuilense.

Cuando en el propio auditorio la Lic. Querube Lizárraga, me sugirió que en el marco del Centenario de Torreón el libro presentado sería buen tema para esta columna, le aclaré que mis exiguos conocimientos no son para juzgar estilos y valores literarios, que en todo caso mis comentarios serían los de un lector común y corriente.

Yo no sé si son recuerdos de la infancia o si sus personajes son creados por su imaginación o si son pasajes oníricos, lo cierto es que la narrativa de Rosario es ágil y amena, como quien está contando en forma sencilla anécdotas de su vida, peripecias de una vida familiar matizadas con giros coloquiales y ocurrencias infantiles; recreándose en el más preciado valor que tiene el ser humano, como lo es la familia con sus integrantes: abuelos, padre, madre, hermanos, hermanas, tíos, tías y toda la parentela. Los amigos...

El libro de Rosario Ramos Salas me hizo recordar aquella obra de Edmundo D’Amicis, titulada Corazón, Diario de un Niño, donde se pintan con mano maestra los perfiles de todo cuanto acontece a los escolares en un salón de clases de primera enseñanza, los caracteres de los maestros y alumnos, el encuentro con los primeros amigos. Trajo a mi mente reminiscencias del lejano ayer con aconteceres de hondura humana, evocaciones de la niñez, añoranzas del hogar con las figuras entrañables de mis padres y el jolgorio constante de mis hermanos. Recuerdos que retrajeron sentimientos del alma, humedad en los ojos.

De la calidad literaria de Ya no Hay Trenes hablaron las presentadoras Asunción del Río, Laura Orellana y el Profr. Saúl Rosales, quienes por su cultura y conocimientos en la materia están capacitados para hacerlo. Del gusto y deleite en su lectura me congratulo yo. Felicitación sincera para Piti y su inseparable esposo Javier, que durante dos semestres fueron compañeros míos en el curso de Cómo Leer El Quijote.

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