Está un poco retirado del radio de acción de los torreonenses, pero vale la pena emprender el camino para llegar al rancho El Refugio que la mano de Salvador Álvarez Díaz ha convertido, además de en un confortable sitio para las jornadas diarias de trabajo, en un bello lugar para disfrutar las reuniones familiares y convivencias con sus amigos charros, leones y sembradores.
Pues bien, ahí fue la comida reglamentaria del Club Sembradores de Torreón, con anfitrionía del propio Salvador, su hijo Rafael Álvarez Cruz, Carlos Acosta Gómez y Antonio Fernández Fernández, con asistencia de cincuenta socios y cinco invitados, quienes disfrutamos de las excelencias de la comida campirana, en consonancia con lo que rezaban las rimas “salvadoreñas” aparecidas en este espacio la semana anterior.
Durante su desarrollo se tomó la protesta como nuevos socios a Federico Obeso Gutiérrez, arquitecto y constructor ampliamente conocido y estimado por su amable trato y por su brillante trayectoria profesional, casado con la Sra. Margarita Anaya. Tienen cuatro hijos.
Y a Bernardo Martínez Álvarez, contador público dedicado a la rama agropecuaria en esta región desde el inicio de la cuenca lechera; persona honorable y muy respetado en la comunidad lagunera, casado con la señora Teresa Handam con quien tiene tres hijos. Su hermano Florentino tiene varios años de ser consocio nuestro y miembro de varios consejos directivos.
Nuestro presidente Jesús Campos Villegas, al iniciar la ceremonia de toma de protesta, les hizo saber que nuestro club tiene un prestigio muy bien cimentado en la sociedad lagunera con objetivos bien definidos, tales como propiciar y difundir la amistad como medio de convivencia social y apoyo para el servicio comunitario. Que los sembradores creemos y participamos en las actividades que le impone su condición humana y social; que con apego a esa responsabilidad ayudamos y nos solidarizamos con quienes no han sido bendecidos por los dones y oportunidades que a nosotros se nos han dado.
Que creemos y aceptamos plenamente nuestra naturaleza humana, nuestros atributos y responsabilidades para con nosotros mismos y con la sociedad en la que vivimos.
Desde esta columna les deseamos a Federico y Bernardo feliz y larga estancia y que sientan el orgullo que nosotros sentimos de pertenecer al Club Sembradores de Torreón.