Si tú, que como el que esto escribe, tienes la costumbre inveterada de leer de pi a pa todas las secciones de nuestro periódico El Siglo de Torreón, te habrás encontrado a veces con ideas, palabras o frases completas que se identifican con tu propio sentir o pensar, de tal manera que las quisieras hacer tuyas o simplemente concluyes que así como el autor lo dice, así mismo lo has pensado o sentido. Ésa es la magia de la palabra dicha o escrita, que despierta en ti sentimientos, imágenes e ideas que en algún momento te hubiera gustado describir.
En la página editorial de El Siglo, Germán Froto Madariaga en su acostumbrada colaboración sabatina Addeda en su artículo titulado No Siempre, dice “como le sucede a todo aquél que escribe regularmente, hay ocasiones en que nos sentamos frente a la página computadora y no tenemos tema específico que contar”. Y si eso le sucede a un columnista de reconocidos vuelos literarios como Froto Madariaga, que puede decir este escribidor de limitados medios verbales.
Eso es lo que sucede a los que en alguna forma tienen la obligada tarea de informar sobre hechos acontecidos o proyectos por realizar aunque éstos se circunscriban a grupos determinados –como es la tarea de los voceros de los clubes sociales o de servicio. Hay veces que se quiere decir algo pero la mollera está cerrada y no se encuentran las palabras adecuadas para expresarlo o bien, el tema se escabulle.
Pero en fin, son las circunstancias y no la capacidad las que nos pusieron en este camino. Sin ser profesionales del periodismo se trata de cumplir la tarea de informar sobre las actividades sociales y de servicio del Club Sembradores de Torreón, con el simple deseo de servir y cuando se reciben críticas favorables o adversas, justas o injustas, las recibimos con humildad, que cada quien tiene el sagrado derecho de opinar. De todas formas nadie nos quita la satisfacción y orgullo que nuestro club cuente con un espacio en un medio informativo y cultural, como lo es El Siglo de Torreón, periódico que ha trascendido fuera de los linderos regionales y que ahora, con la maravilla del Internet, se lee en muchas partes del mundo. Reportes y comentarios recibidos así lo demuestran.
