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AMLO y Calderón, a un año

Genaro Lozano

Ha transcurrido un año desde aquella elección que dividió y polarizó a los mexicanos como ninguna otra jamás lo ha hecho. A un año a la distancia, todavía muchos mexicanos dan un respiro de alivio al pensar que “estuvo cerca la bala”, mientras que otros siguen desconfiando de las instituciones, creyendo que hubo fraude. Felipe Calderón se ha legitimado en las encuestas y al pie del cañón, mientras que López Obrador mantiene vivo su movimiento, pero cada vez más alejado de la rendición de cuentas.

A un año del 2 de julio, López Obrador mantiene vivas las diferencias que lo enfrentaron con Felipe Calderón y con “la mafia que le robó la Presidencia”. Su influencia lejos de desaparecer de las filas del perredismo, parece reforzarse. Lo mismo en la disputa interna del PRD entre sus facciones, que en el control de la bancada perredista del Congreso de la Unión.

Si bien es cierto que todos los gobernadores perredistas, salvo Marcelo Ebrard, se han reunido con el presidente Calderón en Los Pinos, López Obrador sabe que poco importa que Amalia García, Lázaro Cárdenas, Jaime Sabines, Zeferino Torreblanca y Narciso Agúndes desayunen en Los Pinos y discutan la reforma fiscal con Calderón, porque el voto decisivo del PRD en San Lázaro lo controla él.

AMLO monopoliza la agenda legislativa de la bancada del PRD en el Congreso. Obligando a los legisladores del Frente Amplio Progresista (FAP) a desviar fondos públicos para su movimiento, dictándoles línea sobre cómo votar en la reforma fiscal, usando la tribuna legislativa para mandar advertencias a la Presidencia calderonista. López Obrador sabe que mientras PRI y PAN sigan atacándose en el Congreso, la agenda presidencial no avanzará sin el apoyo del FAP. Por ello publica un libro con el que pretende “desnudar el asalto de la Presidencia”, pero calla en torno a la mafia en que está creando en su propio partido, convirtiéndose en un verdadero Padrino, fuera de cualquier ámbito de transparencia y de rendición de cuentas, lejos de la independencia del Poder Legislativo, copiando las mismas artimañas de quienes denuncia.

A un año del 2 de julio, Calderón se ha legitimado en el poder. Contra perredistas, priistas y algunos panistas, Felipe Calderón ha dejado en claro que México ya tiene presidente, que la pasividad de su antecesor ha quedado en el pasado y que está dispuesto a todo, incluso a ceder a los chantajes del PRI, con tal de sacar adelante su agenda de Gobierno. Porque Calderón sabe que no podrá salir airoso sin el apoyo priista, porque piensa que la reforma fiscal y la electoral bien valen un “Gober Precioso” o tal vez dos. Porque Calderón sabe que mientras no se toquen los privilegios de los partidos políticos no hay otra forma de hacer política en este país más que a “la sucia”, pagando facturas a Elba Esther Gordillo y al Consejo Coordinador Empresarial.

Calderón se ha adueñado de la silla presidencial. Una buena estrategia de relaciones públicas lo elevó en las encuestas, porque la Presidencia bien vale también una guerra. Sin importar que el discurso del miedo domine la agenda y sin importar que persista la ausencia de resultados en el combate que más importa en este país, el de la pobreza y la aberrante desigualdad en el ingreso de los mexicanos, la Presidencia calderonista se consolida uniendo a los mexicanos en torno al combate al narcotráfico, “rescatando las escuelas de las drogas”, creando un enemigo en común y llenando a las televisoras de spots que transmitan su propaganda.

A un año del 2 de julio, Calderón y AMLO siguen como el agua y el aceite y nuestra clase política continúa aferrada a sus privilegios, con congresistas que fueron elegidos para legislar, como Jorge Zermeño, pero que se convierten en diplomáticos a la carrera, sin importarle el mandato popular que le dio la elección. Con legisladores que ganan una fortuna y que atienden sólo sus intereses, en lugar del de los ciudadanos. Con una sociedad pasiva y un país que se mantiene fragmentado, petrolizado y migratizado. A un año del 2 de julio la pesadilla no termina, parece que sólo empieza.

Académico ITAM y UIA

Comentarios: genarolozano@

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