Durango

Amor a mamá... todo el año

Los rostros de la familia se aprecian en primera instancia al entrar a la casa de Gilda.
Algunas lágrimas se asomaron cuando Gilda recordaba algunos momentos difíciles, mientras aseguraba que Dios no permite que se enfrenten situaciones que no puedan soportarse.

Los rostros de la familia se aprecian en primera instancia al entrar a la casa de Gilda. Algunas lágrimas se asomaron cuando Gilda recordaba algunos momentos difíciles, mientras aseguraba que Dios no permite que se enfrenten situaciones que no puedan soportarse.

La figura de madre radica en la pareja; el padre con su respaldo da un ejemplo de familia: Gilda Cáceres

El Siglo de Durango

“Se debe amar de adentro hacia afuera”, comenta convencida Gilda Cáceres Rueda de León, madre, abuela y esposa, mientras descarta que el Día de la Madre represente algo significativo para ella, pues a esa fecha la encuentra comercial y falsa.

“Tengo una familia muy unida, pero no me gusta festejar el Día de la Madre, no puede ser posible que sólo sea un día al año en el que se le demuestre amor a uno... la madre es madre toda la vida”, manifestó.

Para Gilda la figura de “mamá” no sólo radica en la mujer, sino en la pareja, ya que es el padre quien da el lugar a que la mujer juegue ese papel tan importante en el rol de la familia a través del respaldo y ejemplo que da a los suyos.

Madre de tres hijos, Gilda, Ricardo y Marisol de 35, 33 y 30 años, respectivamente, y abuela de seis nietos de edades entre el año y los 19 años, manifiesta que es feliz.

Gran parte de la felicidad de Gilda radica en el amor recíproco que existe entre ella y Raúl Gerardo Rosales Vázquez, su esposo, de quien sigue enamorada, tras aseverar: “Si tú quieres a la persona no es por obligación de haber firmado algo, sino porque el amor se gana”, sostiene, mientras se pierde en sus recuerdos con la mirada distraída, por un momento.

Gilda asegura que los hijos son el producto del amor de pareja y de la formación que se les da en el seno familiar, en su caso de la libertad y de la unión familiar, ya que sin esto habría sido muy complicado para ella sobrellevar circunstancias que ha tenido que enfrentar como el padecimiento de su esposo, secuela de una negligencia médica.

RECUERDOS

“Mi esposo corría 20 kilómetros diarios, pero le diagnosticaron cisticercos y posteriormente por complicaciones derivadas de una negligencia médica dijeron que supuestamente tenía muerte cerebral”, resume Gilda, ya que a partir de ese problema surgido en 1991 repercute para una mayor complicación en la salud de su esposo Raúl en 1994 para que a la fecha siga recibiendo terapia física de manera permanente.

La entrevistada recuerda que fue una situación difícil la que enfrentó después de que iniciaron las complicaciones de salud de su esposo, derivadas por un descuido médico ya que el tratamiento tuvo que ser recibido en México, razón por la cual debió separarse momentáneamente de sus hijos.

“Aprendí y entendí en esos momentos que se debe de querer a una persona por lo que es y lo que representa, por eso creo que yo me cegué a ver a mi esposo bien a pesar de que llegó a pesar 37 kilos”, y es que recuerda: “Me preguntaban que cómo estaba él y yo respondía siempre que bien, yo lo veía y veía a la persona con la que me casé”, sostuvo.

En cuanto al padecimiento de su esposo reconoció, con dolor visible en su rostro y con las manos inquietas recorriendo su cuello: “Yo esperaba que supiera quién es y dónde está, que pudiera realizar todos sus movimientos perfectamente”.

“Dejé a mis hijos, pero ellos siempre estuvieron con nosotros”, manifestó, tras comentar que los hijos son el producto del amor de pareja y que en esa situación recogieron lo que cosecharon, refiriéndose a la comprensión, respaldo y amor que sentían por parte de sus vástagos al atravesar momentos tan difíciles.

“Han sido 13 años de rehabilitación, él es muy activo, inteligente e independiente, asiste a recibir equinoterapia y desarrolla diferentes actividades, además ha logrado seguir fomentando ese amor con sus nietos a pesar de lo que ha pasado... ha sido un buen padre”, expresó.

Algunas lágrimas se asoman en repetidas ocasiones cuando Gilda recuerda circunstancias vividas, pero de nuevo vuelve a sus labios la sonrisa, al centrarse en el presente y ver a su alrededor armonía y amor entre los suyos.

POSTURA

“Como padres no esperamos nada de nuestros hijos, sólo deseamos lo mejor para ellos, pero ellos están al pendiente de nosotros, seguimos siendo una familia unida”, reitera.

Asimismo, comentó que es necesario que los padres estén bien, para poder proyectar y se pueda permear el amor hacia los hijos, nietos y demás familia. “Mis hijos tienen todavía bisabuela, a veces nos reunimos, es un ambiente familiar el que se respira”.

Finalmente, señaló que para ella no es necesario el festejo del Día de la Madre, pues limita al cariño, además lo califica como algo falso y que va dirigido sólo a beneficio comercial, ya que lo material no alimenta y nutre el alma, hay cosas más importantes qué ofrecer, concluyó.

Descendencia

Los hijos del matrimonio Rosales Cáceres son:

-Gilda, de 35 años, educadora de profesión .

-Ricardo, de 33 años de edad e ingeniero civil.

-Marisol, de 30 años, médica de profesión.

Los nietos de Gilda y Raúl Gerardo son:

-Gilda, de 19 años.

-Claudia, de 16 años.

-José Luis, de 12 años.

-Carlos, de 7 años.

-Mariana, de dos años.

-Andrés, de un año.

FUENTE: Investigación de El Siglo de Durango.

Leer más de Durango

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Durango

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Los rostros de la familia se aprecian en primera instancia al entrar a la casa de Gilda.
Algunas lágrimas se asomaron cuando Gilda recordaba algunos momentos difíciles, mientras aseguraba que Dios no permite que se enfrenten situaciones que no puedan soportarse.

Clasificados

ID: 274496

elsiglo.mx