AP
BUENOS AIRES, ARGENTINA.- Pese a las advertencias del gobierno y al compromiso de los dirigentes para poner freno al flagelo de la violencia en el futbol, los barrabravas (hinchas violentos) ya dejaron su sello este fin de semana en el arranque del Torneo Clausura de Argentina.
Miembros de la hincha de River Plate, conocidos como "Los Borrachos del Tablón", se trenzaron en una pelea, con tiros y armas blancas incluidas, en las instalaciones del club, previo al encuentro ante Lanús el domingo.
La batalla, aparentemente desencadenada por disputas de poder entre los cabecillas del grupo, dejó un saldo de tres heridos y podría derivar en la clausura del estadio Monumental.
"Esto es responsabilidad del club, ellos organizan un partido, ellos tienen que velar por la seguridad. Hemos iniciado un expediente que, obviamente, puede terminar con la clausura del estadio", dijo el lunes a la prensa Javier Castrilli, subsecretario de seguridad en los espectáculos deportivos.
Los hechos se produjeron en un sector de recreación del club "millonario", mientras familias enteras pasaban el día.
En otro hecho, integrantes de la barra brava de Quilmes produjeron ayer destrozos en las instalaciones del club y pintaron paredes reclamando por entradas y dinero, según denunció su presidente Jorge Meiszner.
"(Esto) demuestra lo enfermos que estamos los argentinos en este tipo de cosas", se lamentó el directivo en declaraciones al canal TyC Sports.
Tras un 2006 marcado por severos hechos de violencia en las canchas, que incluso comprometieron la continuidad de los torneos de todas la categorías, las autoridades nacionales advirtieron que de repetirse los incidentes este año no brindarán más seguridad a los espectáculos.
Por su parte, el comité ejecutivo de la Asociación del Futbol Argentino (AFA) dispuso un nuevo régimen de sanciones para los clubes cuyos hinchas provoquen desmanes. Pero al parecer los violentos no se dan por aludidos.
"No hay muchas razones para imaginar que esto puede mejorarse en un breve plazo", admitió Meiszner.
Un Clausura bajo sospecha
El temor a la violencia ultra vuelve a ser uno de los protagonistas del Clausura que arrancó el domingo, después de una temporada que se cerró el pasado diciembre con cinco personas muertas y 33 partidos suspendidos en uno de los años más violentos vividos por el fútbol argentino.
A pesar de los llamamientos realizados, no se ha dado un paso para evitar situaciones como las vividas hace pocos meses de las que valen tres ejemplos: El presidente del Gimnasia de La Plata entró al vestuario de un árbitro y le amenazó de muerte. El partido se suspendió y reanudado semanas después, entonces los jugadores del Gimnasia se dejaron ganar amenazados por su propia hinchada que prefería la derrota para perjudicar a otro equipo rival de la ciudad. Los ultras del Racing de Avellaneda impidieron a sus propios jugadores acudir a disputar un partido bloqueándolos en el hotel de concentración ante la pasividad policial. Los jugadores del River Plate, tras perder un partido, se encontraron rayados y pinchados sus vehículos en una zona privada y protegida de su estadio.
Desde septiembre se tramita en el Congreso un proyecto que prevé la elaboración de un registro de hinchas violentos, crear una policía deportiva y delimitar la responsabilidad de las sociedades deportivas. De acuerdo con el proyecto serán los clubes los encargados de facilitar los nombres de los ultras. Además, serán responsables de los daños materiales y personales en los partidos. La ley está en estudio. (El País)