Aunque ya hay meridiana claridad en las tendencias, que muestran una notable recuperación del PRI en Yucatán, todavía es temprano para examinar con rigor las cifras electorales. El Instituto de Procedimientos Electorales y Participación Ciudadana del estado de Yucatán no había emitido, después de las catorce horas del lunes un reporte “del mediodía”, pues lo aplazó en espera de ofrecer resultados preliminares lo más cercanos posible a los definitivos. Tuvo que contentarse, al cerrar el PREP, con la información de 80.52 por ciento de las casillas, en que Ivonne Ortega Pacheco ganaba con 49.70 por ciento de los votos, y Xavier Abreu Sierra alcanzaba el 42.66 por ciento.
Con esos y otros datos se puede saber que el PRI se aproximó a su condición de partido avasallador, que no perdió del todo en esa entidad no obstante el progreso logrado por el PAN a partir de 1990 (en que ganó la alcaldía de Mérida para no perderla ni siquiera ahora, en que acaso la retenga con una diferencia mínima). Además de la gubernatura, el PRI obtuvo diez triunfos en la elección legislativa, tres más que hace tres años, y recuperó dos docenas de ayuntamientos.
Hace doce años, a pesar de que postuló a su líder histórico Víctor Cervera Pacheco, que ya había sido gobernador interino, el PRI pasó con apuros la elección del poder Ejecutivo, apenas con cuatro puntos de ventaja sobre el PAN. Cervera Pacheco obtuvo 251,497 votos, 48.77 por ciento, contra 229 mil 034 ganados por Luis Correa Mena, con el 44.77 del total. (Como nota marginal hay que decir que los protagonistas de entonces desaparecieron ahora: Cervera Pacheco en rigor estricto, pues murió en 2004, meses después de ser derrotado en la elección para alcalde de Mérida; y Correa Mena en sentido virtual, pues en la contienda interna panista de diciembre pasado, de donde resultó la candidatura de Abreu Sierra y la escisión de Ana Rosa Payán, aquel antiguo candidato quedó en tercer lugar).
Salvo el aprieto en la elección de gobernador y su ya habitual derrota en Mérida, todavía en 1995 el PRI se portó, al modo garcialorquiano, como quien es (o como había sido): ganó 94 de los 106 ayuntamientos y mantuvo la mayoría legislativa, al ganar ocho de los quince distritos, mientras que el PAN apenas alcanzó once triunfos municipales y siete curules de mayoría.
Seis años más tarde, en 2001, la derrota priista en la disputa por la gubernatura no significó su abatimiento general, aunque sí produjo una disminución de sus zonas de poder. La victoria de Patricio Patrón sobre Orlando Paredes fue muy holgada, ocho puntos de diferencia, pero no resultó sólo del voto panista, sino también del apoyo que, comprensiblemente a la luz de aquella circunstancia, le ofrecieron el PRD, el PT y el PVEM. Al final, y como fruto de su condición de candidato común de esos tres partidos, Patrón obtuvo 355 mil 280 votos (53.5 por ciento), pero le hubieran bastado los 322 mil depositados a favor del PAN, para superar los 302 mil 340 (45.5) que favorecieron al PRI. Un número semejante de sufragios permitió a este partido contar con más curules que el PAN: nueve contra seis, pero no fueron suficientes para que lograra preservar su hegemonía municipal: redujo de 94 a 78 su participación en el reparto de ayuntamientos, mientras que la del PAN más que se duplicó, al pasar de once a 26.
(La virtual alianza entre el PAN, el PRD, el PT y el Verde, que en Yucatán no es necesario concertar, pues se admiten las candidaturas comunes, resultó de la convicción de que así como la Oposición había pasado a ser Gobierno en la República, con el triunfo de Vicente Fox, era hora de que ocurriera algo semejante en Yucatán, y sólo mediante la unión opositora parecía posible el desbancamiento del PRI).
La elección intermedia hace tres años evidenció un acentuado declive priista en el ámbito municipal. Sólo pudo retener 49 ayuntamientos (y dos más en alianza con el Verde) mientras que Acción Nacional duplicó su presencia en ese terreno, ya que pasó de 26 a 50, y ganó el control del Congreso, con ocho triunfos de mayoría que se convirtieron en 13 curules de las 25 de que se compone la legislatura, mientras que las siete victorias del PRI le permitieron sumar diez diputaciones en total.
La elección federal de julio pasado, de traducirse mecánicamente a los términos estatales de este mayo, hubiera significado un descomunal triunfo panista, lo contrario de lo que en verdad ocurrió. Felipe Calderón ganó con amplitud en Yucatán: 362 mil 519 votos, contra 258 mil 575 de Roberto Madrazo y 124 mil 544 de Andrés Manuel López Obrador. Además, el PAN ganó las dos curules de mayoría en el Senado y cuatro de las cinco diputaciones federales. Pero en el lapso corrido entre esos meses la opinión electoral de muchos votantes cambió. Según la reveladora encuesta de Consulta-Mitovsky, sólo el 73.4 por ciento de quienes votaron por Calderón hace diez meses lo hicieron ahora por Abreu Sierra, mientras que un 13.4 por ciento se desplazó hacia el voto por la candidata priista Ivonne Ortega Pacheco. (Aunque no sea relevante para este acercamiento a las cifras de que depende la configuración del poder en Yucatán, digo que este sondeo muestra que la candidatura de Héctor Herrera, El Cholo, postulado por el PRD, no prendió entre los votantes por López Obrador, pues más de un tercio, el 34.8 por ciento prefirió a la aspirante priista y 11.4 por ciento habría votado por el PAN.
Muchos factores explican lo ocurrido anteayer en Yucatán. Ya veremos.