El pianista francés Alexandre Tharaud fue ovacionado por el público lagunero, durante su presentación con la Camerata de Coahuila. (Fotografía de Érick Sotomayor)
TORREÓN, COAH.- Asombrosa fue la respuesta del público ante la magnética presencia del pianista francés Alexandre Tharaud, quien fue el solista invitado en el concierto número 11 de la Camerata de Coahuila realizado el viernes. El programa fue completamente de Beethoven y la noche inició con la Obertura a las Creaturas de Prometeo Op.43, que fue el comienzo perfecto para lo que estaba por venir: el Concierto para Piano No.3 en Do Menor, obra que por primera vez interpretó la Camerata.
El pianista arribó al escenario y tomó su lugar ante el piano, el primer movimiento un poco largo (Allegro con brío), hizo que entre el público se causara aún más expectativa de lo que haría el pianista, quien durante esta parte sólo se mecía un poco en su lugar, de pronto se escucharon las primeras notas del piano con una limpieza indescriptible; en el siguiente movimiento (Largo), Tharahud hipnotizó a los asistentes con su concentración y pasión en la obra, que continuó con el tercer movimiento, el Rondo Allegro, en donde sin reservas el músico dejó de manifiesto el virtuosismo y musicalidad que lo han posicionado como uno de los mejores pianistas jóvenes del mundo.
La dirección, como siempre, fue impecable. Ramón Shade supo llevar a la orquesta por los terrenos del do menor.
Al finalizar la obra tanto el director como el solista dejaron el escenario ante el cálido aplauso del público que no dejó de aplaudir, hasta que Tharaud regresó otra vez a dar las gracias. No conformes con eso, las palmas continuaron con mucha emoción y ¡bravos! que gritaba el público desde sus lugares, Tharaud regresó una vez más e inclinó la cabeza en señal de agradecimiento, lo más asombroso -y sin precedentes- es que los aplausos no cesaron: y por tercera ocasión Tharaud tuvo que regresar una vez más al escenario, pero ante tal ovación al intérprete no le quedó más que ofrecer un encore como solista. Terminó y visiblemente emocionado se despidió del público, que una vez más le brindó una lluvia de aplausos.
Llegó el intermedio y la orquesta interpretó con maestría el famoso tercer movimiento, que a pesar de nombrarse como Menuetto se trata de un Scherzo, logrando una perfecta relación entre los instrumentos.
La noche cerró con más aplausos y el público se fue con un buen sabor de boca por haber disfrutado de una verdadera muestra de lo que es la buena música, y qué mejor que obteniéndola en casa con la orquesta lagunera, el Teatro Nazas.
