La función de la oralidad no es acelerar los juicios o reducir sus costos, sino ser un factor central de la legitimidad del sistema de justicia, aseguró Héctor Fix-Fierro, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM.
Durante la inauguración del seminario Juicios Orales y Debido Proceso Legal, expuso que ese procedimiento toca una fibra sensible de la sociedad mexicana, la que no sólo "tiene hambre y sed de justicia" sino que también quiere ver y oír cómo se imparte en el país.
De acuerdo con un comunicado de la UNAM, explicó que hoy día no puede concebirse una reforma judicial y procesal con perspectivas de aprobación que no incorpore ese principio, por sus implicaciones para el futuro del Estado de derecho, incluso de la democracia en México.
Hay quienes proponen y promueven la introducción de los juicios orales, convencidos de que se trata de una "medicina esencial" para los graves males que aquejan a la justicia mexicana.
El director del IIJ precisó sin embargo que aún no se sabe cuál es la "dosis" adecuada que permita generar y reproducir la credibilidad del sistema, pero sí contribuye a la aceptación y funcionamiento efectivo de las leyes.
Por su parte, Guillermo Ortiz Mayagoitia, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), indicó que la justicia debe dar a cada quien lo que corresponde con el apoyo de la técnica oral, escrita o tecnológica que cada sociedad decida darse.
Este tema, señaló, evoca de inmediato la idea de agilización de los procesos legales. No obstante, aclaró que la palabra, en cualquiera de sus sustratos, requiere siempre de honorabilidad para tener fortaleza.
Agregó que sobre este principio, además de sus transformaciones positivas, hay que considerar obstáculos, costos, peligros y contradicciones.