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Apoyemos a Chiapas y Tabasco/Hora Cero

Roberto Orozco Melo

Duros día de lucha contra la madre naturaleza viven nuestros hermanos chiapanecos y tabasqueños. Días más álgidos les esperan en el inmediato futuro. Los ríos, de por sí caudalosos en todo el sureste mexicano, se han salido de madre para invadir al campo y a las ciudades; para expulsar a la gente de sus moradas y del área urbana; para despojar a las familias de sus bienes muebles y dejar a todos los tabasqueños en terrible y doloroso desamparo.

El racionalismo imperante, que hace caso a la ciencia y no a la conciencia, dictamina que el responsable de todo este desequilibrio natural es el calentamiento global del mundo que se produce por un constante aniquilamiento de las capas de ozono que protegen a la Tierra; es un hecho de tracto secular provocado por la insensatez humana y los afanes de alcanzar una incesante productividad industrial desde los energéticos y combustibles derivados del petróleo; a partir de los insecticidas y pesticidas, y por la proliferación de gases tóxicos por el uso en vehículos de combustión interna carburados con gasolinas y otros combustibles petrolíferos.

En los siglos anteriores a la aparición de estas ondas científicas, nuestro cielo era límpido, los seres humanos respirábamos oxígeno puro y la sanidad del medio ambiente favorecía a la vegetación, no la envenenaba, y la naturaleza beneficiaba a integralmente la salud de las personas.

Por la otra parte, sabemos que los ministros de las diversas religiones podrían afirmar que todo el disloque de nuestros climas, la presencia de huracanes, tornados y ciclones, las inundaciones en el campo y en la ciudad y las muertes causadas por accidentes, enfermedades y epidemias constituyen un castigo bíblico divino por el disloque moral que las sociedades capitalistas presentan en la actualidad, desorden que es posible sintetizar en la constante violación a los doce mandamientos de la Ley de Dios y en todos los excesos cometidos contra la moral cristiana. Recordemos que el diluvio y la aparición de las siete plagas bíblicas sobrevino a una etapa de liberalidad en todos los órdenes de la existencia..

Sin embargo, éstos no son tiempos para entablar discusiones bizantinas; son, eso sí, oportunidades idóneas para resolver las extremas situaciones de emergencia que tienen ante y sobre si los habitantes de Tabasco y parte de Chiapas. Literalmente están todos ellos y ellas con el agua al cuello y claman por su ayuda. Sí, elevemos todas nuestras oraciones a Dios, pero a Él clamando y con el mazo dando: reunamos dinero, agua, alimentos lo más frescos que sea posible; medicinas, vacunas contra todo tipo de epidemias, ropa de diversos tamaños y medidas, zapatos, casas de campaña, antibióticos, comida enlatada no caduca, insecticidas y en fin todo lo que sea factible imaginar y conseguir para aliviar el estado de desesperación en que se halla más de un millón de mexicanos del sureste mexicano..

¿A quiénes dirigirse y a dónde ir para encauzar los apoyos que se puedan obtener en estos días de angustia? La convocatoria del presidente Calderón Hinojosa fue, en efecto, muy conmovedora; pero qué poca eficacia práctica tuvo su dramático llamado, si los medios electrónicos de comunicación yerran en repetir su esquema de resolver las dudas de los potenciales donadores con sólo los nombres de las instituciones bancarias que ayer descansaron en honra del Día de Muertos y también el sábado y después el domingo; veamos los números de las cuentas en las cuales se pueden hacer depósitos de dinero para los cientos de miles de damnificados; publiquen cuáles instituciones bancarias los van a recibir, en qué centros de acopio de auxilios en especie podemos depositar donativos en especie y cuál es el nombre y la ubicación de las instituciones autorizadas para organizar los reenvíos. Todo esto pasó la noche del jueves con velocidad ultrasónica por las pantallas de los televisores, evidenciando una falta absoluta de organización, un nerviosismo inconcebible en los publicistas del Estado mexicano y una improvisación irresponsable de las entidades de Gobierno a cargo de la seguridad civil.

En Chiapas y en Tabasco se viven terribles días de intensa lucha: por la vida, por los patrimonios familiares, por la subsistencia de la sociedad, por la infancia en completo desconcierto, por la preocupada gente de la tercera edad. El drama es profundo y nadie debe excluirse de cooperar, en cualquier forma, para desatar el nudo de la tragedia que viven nuestros hermanos.

Quienes no vivimos en las áreas afectadas tenemos la responsabilidad de mostrar una efectiva solidaridad con las poblaciones afectadas. Divulguen nuestros gobernantes estatales y municipales la forma en que van a operar los comités de ayuda, especifiquen claramente los domicilios de los centros de acopio y las organizaciones oficiales y no gubernamentales autorizadas para recibirlos y enviarlos a su destino. Acá tenemos sol, buen clima, servicios que funcionan y suficiente generosidad para compartir lo mucho o lo poco que tengamos: pongámonos en acción. La gravedad de los sucesos en Tabasco y Chiapas lo exige. Nuestras conciencias también.

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