Ámsterdam, es una ciudad maravillosamente bella, es la más grande y cosmopolita de los países bajos. Años hacía que no había vuelto y hoy volvimos a disfrutarla, calmadamente.
Los canales, dan el rasgo más característico de la ciudad que ya cuenta con más de un millón de habitantes.
La City, o parte vieja de Ámsterdam, conserva su arquitectura y el trazo original de sus callecitas de principios de Siglo XVII. Aún cuando las viejas casonas ya no son moradas de sus antiguos dueños, sino que ahora son comercios, oficinas de negocios, hosterías, etc., etc., etc... Hay que reconocer que casi nada ha cambiado desde entonces, como si el tiempo y la historia se hubieran detenido.
El paseo característico de Ámsterdam, es un paseo por los canales en sus barcas con techo de cristal. Un guía políglota explica los lugares más interesantes del recorrido y lo mismo lo explica en inglés, que en francés, alemán, dutch o italiano, según sea la lengua de sus acompañantes.
El mejor modo de conocer y observar la ciudad, es caminar por ella o trasladarse encargos trechos en sus tranvías; ya que hay muchos lugares de interés que es imposible prescindir de la visita.
El Rijksmuseum, (museo del Estado) es el mayor de Ámsterdam, cuando se visita de nuevo, se puede apreciar más detenidamente sus riquezas, se puede comprender la grandeza de los flamencos holandeses y la escuela que impusieron los maestros del claroscuro, donde quedó como meta o rey en su trono; Rembrandt.
Cerca del Rijksmuseum, está el museo de arte moderno, museo que se construyó para albergar las 265 obras del atribulado pintor holandés, Vicent Van Gogh sirve a la vez, para exposiciones permanentes de artistas contemporáneos.
Mi hotel está situado en la calle Damrak y casi frente a la estación central del ferrocarril, ésta ocupa una isla artificial ganada al río Ij.
Caminando por Damrak, está el magnífico y admirado Palacio Real, frente a éste, la plaza Dam, refugio de miles de palomos, turistas, comerciantes y sobre todo, los componentes de la actual generación, los jipis. Cercano aquí está la Torre de las Lágrimas, desde donde se dio la despedida a Hendrik Hudson, que en 1609 partió a América a descubrir el río que lleva su nombre y lo que ahora es la ciudad de Nueva York.
A unos cuantos metros de distancia, desde el Palacio Real, está la casa de Rembrandt, la cual han tratado de conservar a través de restauraciones, como originalmente estaba cuando la habitó el pintor y su familia.
En Prinsengracht 263, está la casa de la familia Frank, conocida mundialmente por los artículos, películas, obras de teatro y sobre todo por el difundido diario de la muchachita judía, Anne Frank.
La casa fue construida en 1635 y el estilo de época se ha conservado en su fachada, sin alteración, hasta nuestros días. El frente da al canal Prinsengracht, su frente es muy estrecho –4.10 mts.– aunque se extiende hacia el fondo por más de 20 mts., esto es debido a que el precio de los terrenos que colindan con los canales, es sumamente costoso.
En el mes de mayo de 1940, cuando las tropas alemanas ocuparon Holanda, los más afectados fueron los descendientes de judíos, que al principio sufrieron actos discriminatorios y luego abiertamente persecuciones brutales y deportaciones hacia los campos exterminadores de Alemania y Polonia.
La familia Frank, que había llegado a Ámsterdam en 1933, sufrió la misma suerte que todos los demás judíos, por lo que el jefe de la familia pensó que el mejor modo de escapar del acoso alemán, era convertir en refugio la casa trasera, en un escondrijo que proporcionara una seguridad por poco tiempo, pues no creían que la ocupación alemana durara mucho tiempo.
La familia ocupó el refugio cuando la hija mayor, Margot, recibió orden de deportación para Alemania. El dentista Düssel y la familia Van Daan, judíos también y amenazados con deportaciones, fueron acogidos en el refugio de los Frank.
Para penetrar al escondrijo, está un librero hábilmente camuflado y al término de éste, está la casa refugio. Aún se conserva en sus paredes, protegidos por gruesos cristales, mapas, en que los refugiados seguían los acontecimientos de la guerra, por medio de anotaciones.
Repartidos en tres plantas, están los cinco aposentos que ocuparon los Frank y amigos.
Aún se conserva en el mismo lugar, la pequeña estufa que sirvió para cocinar, a la vez que para quemar deshechos y calentar un poco la estancia en el invierno.
Cerca de tres años estuvieron ocultos los ocupantes del refugio y por el “Diario de Anne Frank”, se ha llegado a conocer las peripecias que hubieron de sortear a fin de sobrevivir, todo para que al final, fueran descubiertos, arrestados y deportados a los campos de Alemania, el cuatro de agosto de 1944.
De los ocho deportados, solamente regresó con vida a Ámsterdam, al final de la guerra, el Sr. Frank. Fue entonces cuando recibió el manuscrito de “Diario” de la más pequeña de sus hijas. De este diario, difundido mundialmente, se han hecho infinidad de ediciones en más de 30 lenguas y dialectos.
Nos indica el guía, que tal y como ahora vemos la casa de los Frank, es como estaba cuando sirvió de aposento a la familia y que el interior se ha tratado de conservar sin arreglos, como un recuerdo y a la vez homenaje a la memoria de la niña judía, que por conducto de su diario, nos ha hecho vivir las brutalidades de la guerra, la calma y resignación y hasta los momentos felices, que puede el ser humano vivir, cuando se adapta y se resigna a vivir... CAUTIVO A UNA DESGRACIA.
ÁMSTERDAM, HOLANDA OTOÑO 2006