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Archivo adjunto| Contra el narco... a fondo

Luis F. Salazar Woolfolk

La interpelación que hace el Obispo de Acapulco al Gobierno Federal, en el sentido de que debe proceder a fondo en contra del crimen organizado en el Estado de Guerrero y en el país en su conjunto, obliga a una reflexión sobre el particular.

De acuerdo a información difundida por la televisión de cobertura nacional, el prelado hizo la observación referida cargada de obviedad, pidiendo que el Gobierno no se limite a los operativos actuales, sino que proceda en función de un sistema de información de Inteligencia que permita potenciar la contundencia de las acciones y optimizar los resultados.

No se trata pues de una interpelación de afrentosa en sí misma, pero puede parecerlo en un marco en el que los operativos de combate al narcotráfico desplegados en lo últimos dos meses, han sido blanco de crítica en virtud de que no significan una solución por arte de magia.

Lo primero que debemos hacer es aceptar que la labor del Estado es limitada en el rubro de seguridad, en la medida en que las conductas delictivas antisociales, surgen del seno mismo de la Sociedad.

Se pueden destinar grandes cantidades de recursos económicos para crear, capacitar y equipar cuerpos policiacos y se pueden promulgar leyes que establezcan los métodos para castigar a quienes incurran en delitos de producción y tráfico de drogas.

Las mismas mafias del crimen organizado pueden producir sus recurrentes purgas mediante la eliminación sistemática de unos contra otros. De hecho, el aumento de la violencia en este rubro que ha tenido lugar en las últimas semanas, no sólo ocurre como respuesta en contra de la política de seguridad emprendida por el Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, que culmina en treinta dos extradiciones de capos claves. La violencia se recrudece también entre los propios narcotraficantes unos contra otros, en función de la lucha por el poder, emprendida para cubrir los espacios resultantes.

En esta lucha participan también narcopolicías entendiéndose como tales a quienes desde las filas de los cuerpos de seguridad, están comprometidos con las bandas criminales erigiendo lo que en un lenguaje eclesial constituyen Estructuras Perniciosas. No hay duda que la lucha contra el narcotráfico, se desarrolla en un tablero de ajedrez en el que se juega con fichas de todos colores y por ello resulta pertinente la recomendación del Señor Obispo, en el sentido de que la tarea de Inteligencia es clave.

Sin embargo, como se habla de llegar al fondo, habría que recordar al dignatario que el problema radical del consumo y tráfico de drogas, obedece a la proliferación fuera de control, de la enfermedad de nuestro tiempo: El vacío existencial.

Es evidente que a ese respecto es mucho lo que le toca hacer a la sociedad a nivel de familia, escuela, Organizaciones No Gubernamentales, etcétera y de manera especial a la Iglesia Católica como fenómeno religioso mayoritario en nuestro país, sin que de los vacíos dejados por estos organismos intermedios de la sociedad por apatía y omisión culpable, podamos culpar al Estado y a los villanos favoritos de nuestros días: Nuestra clase política.

Correo electrónico:

lfsalazarw@prodigy.net.mx

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