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Archivo adjunto| Elecciones priistas

Luis F. Salazar Woolfolk

El Partido Revolucionario Institucional se apresta a renovar su Comité Ejecutivo Nacional, en elecciones internas que tendrán lugar el 18 de febrero del año en curso.

Dados los resultados de dos de julio pasado, en que la votación por el PRI se desfondó para quedar como tercera fuerza electoral, el otrora partido de Estado ha decidido realizar un proceso cerrado en base a delegados, lo que implica que someterá las opciones de renovación que sea capaz de generar, a una votación de su propia estructura. En consecuencia, no se abrirá el proceso a la ciudadanía y ni siquiera participará la militancia en su conjunto.

Lo anterior se explica en función del trasiego masivo de cuadros y militantes que ocurrió en las pasadas elecciones federales, del seno del PRI hacia otras fuerzas políticas, lo que originó el fortalecimiento del Partido de la Revolución Democrática y el nacimiento del Partido Nueva Alianza.

Los priistas han optado por un proceso cerrado, porque de abrir el proceso a la ciudadanía expondrían los resultados a influencias externas fuera de control y por otra parte, les resulta imposible realizar una elección con participación de sus bases, dado que el PRI carece de un padrón de militantes, lo que en definitiva le impide ser un partido de ciudadanos como marcan los cánones de la modernidad.

La falta de un padrón de militantes, además de ser un grave obstáculo a la participación de sus bases en un proceso como el que se avizora, impide la reflexión que necesita el PRI a su interior, tanto para determinar su propia identidad actual como fuerza política, como para trazar el rumbo hacia el porvenir.

El PRI perdió su principal nota de identidad al dejar de ser el partido de Estado que fue durante el viejo régimen, por lo que la tarea de redefinir dicha identidad de cara a los nuevos tiempos, es indispensable para dotar de viabilidad al partido en cuestión.

El único modo posible de que el PRI acometa la búsqueda y determinación de su propia identidad, es a partir del conocimiento y definición de la identidad de sus militantes de carne y hueso. Por consecuencia, si en virtud de la falta de un padrón el PRI no logra determinar quiénes son los priistas, ni a establecer con certidumbre las aspiraciones y el perfil político, ideológico y social de sus propios militantes, la tarea es imposible y como consecuencia, el proceso eleccionario en comento se limitará a ser un reacomodo de fuerzas y no saldrá de allí ningún nuevo PRI.

Correo electrónico:

lfsalazarw@prodigy.net.mx

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