A raíz del inicio del Gobierno que a nivel federal encabeza Felipe Calderón Hinojosa y con mayor razón en ocasión del año nuevo, existen expectativas en el sentido de que las distintas fuerzas políticas, se pondrán de acuerdo en el tema de las reformas que nuestro país requiere en materia energética, fiscal, laboral, etcétera.
El pasado reciente sin embargo, nos indica que debemos ser cautos en nuestro optimismo y nos obliga a explicar cuáles son las causas eficientes, de las que se espera surgirán como efecto, las soluciones a los viejos retos de nuestra vida pública, pospuestas por la confrontación entre autoridades de los distintos niveles de Gobierno, provenientes de distintos partidos políticos.
Lo anterior porque en forma inevitable, se cuestiona que si en el reciente pasado foxista, las fuerzas políticas no fueron capaces de llegar a acuerdos consistentes al respecto, resulta obligado preguntar, cuáles son los motivos para esperar que hoy día, se logren los tan deseados acuerdos.
Existen razones para tener confianza y algunas de ellas dependen de los partidos de Oposición. En efecto, después de seis años de apostar al fracaso del Gobierno de Fox, comportándose como Oposición irresponsable, el Partido Revolucionario Institucional ha pagado un alto costo político electoral que lo redujo a ser la tercera fuerza electoral, lo que implica para los militantes de dicho partido, una dura y aleccionadora experiencia que no pueden ignorar de cara al futuro.
Por lo que toca al Partido de la Revolución Democrática, a estas alturas debe estar sacando sus conclusiones, respecto a que el radicalismo extremista le hizo perder la carrera presidencial, en la recta final y por una nariz.
También en cuanto al presidente Felipe Calderón, existen razones para creer que los niveles de interlocución con el Congreso serán mejores y más productivos. El suyo es un Gobierno en el que las expectativas desbordadas del foxismo han quedado atrás, se valora la estabilidad económica y la mesura política y un razonado realismo modera las justificadas exigencias de los ciudadanos, de cara a los rezagos existentes.
Por naturaleza propia y circunstancias, Calderón Hinojosa está en aptitud de situar el ejercicio del poder presidencial en el justo medio entre el extremo autoritario del viejo régimen priista y la actitud muchas veces omisa del Gobierno del Cambio (foxista), que en espera de que los demás actores políticos llenaran de propia iniciativa los vacíos generados al retraerse la Presidencia imperial, dejó cabos sueltos que el nuevo presidente tendrá que atar.
Esta labor de restañar el tejido político del país, desgarrado por la superación del viejo sistema de partido de Estado, es una parte esencial de la transición a la democracia plena.
Como presidente que fue de su partido, como líder que fue de la bancada panista en la Cámara de Diputados y con vista a la experiencia de su antecesor, el presidente Calderón está consciente de que debe operar un papel activo y permanente frente al Congreso y como tal, ha dado muestras de que procederá en consecuencia.
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