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Luis F. Salazar Woolfolk

Ante la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, los diputados del Partido de la Revolución Democrática han presentado una iniciativa de Ley, que pretende legalizar el aborto en aquellos casos en los que el embarazo interfiera en el proyecto de vida de la mujer de que se trate, a juicio de ésta.

El planteamiento ofrece como consecuencia, la posibilidad ilimitada e indiscriminada de interrumpir el desarrollo del feto humano en el seno materno sin expresión de causa.

Para abordar el tema que nos ocupa es necesario ir a lo básico. El producto de la concepción desde el punto de vista biológico, implica un ser distinto y diverso al padre y a la madre, por lo que al tratarse de un individuo en sí mismo y humano por esencia, su vida debe ser objeto de absoluto respeto y protección por parte del Estado.

No cabe como consecuencia el argumento según el cual “la mujer es libre de hacer de su cuerpo lo que quiera”, porque en el supuesto de que tal fuera, el ser humano en gestación no es la madre, y por naturaleza y definición, ni siquiera es parte de la madre como lo sería un miembro, un quiste o un tumor.

Partiendo de otro principio básico según el cual ningún ser humano tiene derecho a disponer de la vida de otro, salvo en el caso de legítima defensa y bajo ciertas circunstancias, la supresión de la vida del feto humano es un crimen liso y llano, con la que ofrece para el agente activo, la indefensión de la víctima.

Como consecuencia de lo expuesto, si una mujer es capaz de formular un “proyecto de vida”, está obligada a poner los medios para llevarlo a cabo sin perjuicio de terceros. Si los hijos son un estorbo, pues ahí están innumerables medios para prevenir el embarazo, al alcance de cualquier mujer que se sienta apta para formular y asumir para sí, el proyecto de vida que se haya trazado.

No extraña sin embargo la escalada de violencia en contra de la vida humana ya que de hecho, la promoción del aborto es parte de una campaña que se asocia al supuesto derecho al suicidio, la eutanasia y la manipulación genética, con base en justificaciones de diversa índole. Después de esto, no nos extrañe que se proponga la selección de ciertos seres humanos y la eliminación de otros por equis causa, si ello estorba a un “proyecto” determinado de alguien.

Hace más de dos mil años la sabiduría latina llegó a la conclusión de que el hombre es lobo del hombre y para muestra, basta ir a ver la última película de Mel Gibson, Apocalypto, para recordar que la violencia es inherente a la naturaleza caída del ser humano, de todos los tiempos y latitudes.

Sin embargo, la civilización humana ha conocido altos niveles de desarrollo en los que el ser humano es considerado como ser creado a imagen y semejanza de Dios, como base de la dignidad de la persona humana y origen de los valores de justicia, fraternidad y solidaridad.

Por ello el enésimo planteamiento que pretende legalizar el aborto en la realidad contemporánea de nuestro país, significa un lamentable retroceso hacia la época de las cavernas. Una edición del nuevo bárbaro del Siglo XXI.

Lo peor del caso es que se presenta esta propuesta de asesinato colectivo y en serie como legislación de vanguardia y quienes la sostienen, se atribuyen el carácter de abanderados de la modernidad y del progreso.

Correo electrónico:

lfsalazarw@prodigy.net.mx

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