Benedicto XVI realizó, durante su cuarto día en Brasil, una visita al centro de rehabilitación Hacienda de la Esperanza, donde enfatizó que Dios pedirá cuentas a los narcos por los males que han hecho. (EFE)
El Papa Benedicto XVI lanzó ayer un duro mensaje contra los traficantes de drogas y les exigió se arrepientan del mal que hacen a “multitudes de jóvenes y adultos” con sus acciones.
Al visitar a un grupo de drogadictos, alcohólicos y voluntarios que prestan su servicio en el centro de rehabilitación Hacienda de la Esperanza, en la localidad de Guaratinguetá, el Pontífice aseguró que Dios pedirá cuentas a los distribuidores de droga.
“Ustedes deben ser los embajadores de la esperanza. Brasil posee una estadística de las más relevantes en lo referente a la dependencia química de las drogas y de los estupefacientes; América Latina no queda atrás”, afirmó.
“Por eso le digo a los narcotraficantes que reflexionen sobre el mal que hacen a una multitud de jóvenes y de adultos de todos los estratos sociales; Dios les pedirá cuentas de aquello que han hecho; la dignidad del hombre no puede ser pisoteada en este modo”, agregó.
El Papa Benedicto XVI aseguró que ese mal provocado recibe la misma “reprobación” expresada por Jesucristo contra quienes escandalizaban “a los más pequeños, los preferidos de Dios”.
Hizo referencia al evangelio de Mateo cuyo capítulo 18 establece que quien “escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar” .
Poco después de las 10:30 horas local (13:30 GMT) Benedicto XVI llegó a la “Fazenda da Esperanza” (por su nombre en portugués) e ingresó a la iglesia del centro de rehabilitación, donde lo esperaba un grupo de religiosas clarisas quienes trabajan en la granja.
Agradeció a las religiosas su labor en beneficio de los jóvenes adictos y les aseguró que “Cristo resucitado es quien cura las heridas y salva a los hijos de Dios, salva a la humanidad de la muerte, del pecado y de la esclavitud de las pasiones.
“Donde la sociedad no ve más futuro o esperanza los cristianos están llamados a anunciar la fuerza de la resurrección: aquí donde residen personas que buscan superar sus problemas de drogas y alcohol se testimonia el evangelio de Cristo en una sociedad consumista”, dijo.
‘LATINOAMERICANOS TIENEN GRAN SED DE DIOS’
El Papa Benedicto XVI aseguró ayer que los latinoamericanos tienen una “gran sed de Dios” y les pidió formarse solidamente en la espiritualidad para contribuir a la construcción de una sociedad más justa y más humana.
Al dirigir un mensaje luego de rezar el rosario en el Santuario de Nuestra Señora de la Concepción en Aparecida, Brasil, junto a sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, el líder católico agradeció también la hospitalidad del pueblo brasileño.
“¡Cómo es bello estar aquí en esta basílica mariana hacia la cual, en este tiempo, convergen las miradas y las esperanzas del mundo cristiano, en modo especial de Latinoamérica y el Caribe, estoy feliz de estar aquí en medio de ustedes, el Papa les ama!”, aseguró.
Poco después de las 18:00 horas (21:00 GMT) el Pontífice ingresó al templo mientras en el exterior miles de peregrinos seguían de cerca o a través de pantallas gigantes su paso a bordo del “papamóvil”. En el recinto lo esperaban 35 mil personas y además de los consagrados también estuvieron representantes de laicos y familias de Brasil durante el rezo del rosario se reflexionaron los misterios gloriosos acompañados por textos bíblicos.
Donan 100 mil dólares a centro de rehabilitación
El Papa Benedicto XVI donó cien mil dólares para continuar la obra de la Hacienda de la Esperanza, un centro de recuperación de drogadictos y otros dependientes químicos, que ayer visitó en el marco de su viaje a Brasil.
La donación fue anunciada por uno de los fundadores del centro, el franciscano alemán Hans Stapel, durante el encuentro entre Benedicto XVI y los jóvenes y trabajadores de diferentes centros de la red.
Joseph Ratzinger fue recibido en la Hacienda de Piedrinhas, en el municipio de Guaratinguetá (estado de São Paulo), con música de samba, donde también presenció un espectáculo que contaba la historia del centro.
Fue su única visita a un proyecto social en Brasil y pese al tono festivo general, tuvo momentos muy emotivos por los relatos de experiencia con las drogas y otras dependencias, así como del proceso de recuperación de sus internos.
Claramente conmovidos, a veces sin poder retener las lágrimas y con dificultades para hablar por la emoción, el grupo de personas que dio su testimonio representaba jóvenes de diferentes nacionalidades, con problemas diversos.
La red de Haciendas de la Esperanza, que cuenta con 43 centros en diferentes países, atiende mayoritariamente a drogadictos y alcohólicos, pero también ayuda a personas con otros problemas, como adicción al juego o desórdenes nutricionales.