Tener suficientes calorías, vitaminas y minerales resulta, como para cualquier persona, de vital importancia para los astronautas, pues requieren del mismo número de calorías para tener energía durante las misiones, tanto como cualquier ser humano.
Para ir al espacio no se necesita ser un superhombre y menos un héroe, se requiere una preparación sólida y acondicionamiento físico para llevar a cabo las misiones asignadas.
Existen muchos mitos en torno de los astronautas, desde que son una suerte de superhéroes hasta que ganan millones de dólares y llevan una vida rodeada de fama, lujo y felicidad, pero esto se encuentra muy lejos de la realidad.
Considerados superhombres o ejemplo a seguir, los cosmonautas pertenecen a una reducida élite elegida entre muchos candidatos a través de complejos y desgastantes procesos de selección.
Sin embargo, a pesar de la preparación física y mental que se les exige, a final de cuentas se trata de seres humanos sometidos a enormes presiones sociales, políticas y sobre todo sicológicas que, de no ser tomadas en consideración, podrían derivar en incidentes, algunos fatales, durante las misiones que efectúan.
El estrés y las condiciones a que son llevados antes, durante y después de las misiones, ha generado situaciones límite, un ejemplo fue el caso de Lisa Nowak, acusada de intentar secuestrar a una colega por considerarla rival en el amor de un compañero.
Ese episodio fue uno de los hechos que detonaron la petición -por parte del director de la NASA, Michael Griffin- de un informe que concluyó, entre otras cosas, que astronautas de la agencia recibieron permiso, al menos en dos ocasiones, para volar en un transbordador a pesar de mostrar signos de embriaguez.
A partir de entrevistas con miembros de las tripulaciones y operadores de vuelo, la investigación encontró situaciones de elevado consumo de alcohol por parte de los astronautas en el periodo inmediatamente anterior al despegue.
Según la NASA, el programa de candidatos a astronauta acepta solicitudes de personas de todo tipo, tanto de las filas militares como de las civiles, que deben seguir un riguroso programa de entrenamiento básico con duración de un año en el Centro Espacial Johnson, en Houston.
Quienes concluyen dicho programa de manera exitosa se convierten en miembros regulares de los cuerpos de astronautas y como tales, son elegibles para misiones de vuelo.
TRIPULACIÓN
En los inicios de la era espacial en Estados Unidos el programa incluía el manejo de jets y conocimientos de ingeniería como prerrequisitos indispensables para ser seleccionado como astronauta. Sin embargo, en la actualidad la educación científica y la experiencia han cobrado un papel igual de relevante en los procesos de selección de los tripulantes.
Los pilotos desempeñan un rol clave en los vuelos en cohetes, ya que son responsables del vehículo, la tripulación y el éxito y la seguridad de la misión que tienen a cargo, lo cual significa que están sometidos a una enorme presión por la responsabilidad que recae sobre ellos.
Sin embargo, eso no significa que la misión sea un día de campo para el resto de los viajeros, pues todos tienen tareas específicas, como el manejo de brazos robóticos o la operación de sofisticados equipos que deben cumplir con suma precisión para que todo resulte conforme a lo planeado, además de estar en alerta permanente para enfrentar cualquier contingencia.
DESGASTE FÍSICO
Además de lidiar con todas las tareas que deben desarrollar durante su estancia en el espacio, los astronautas sufren un fuerte desgaste físico, pues debido a la ausencia de gravedad, sus huesos se debilitan y pierden masa muscular, particularmente en las piernas, dado que como no requieren caminar, usan sus brazos para impulsarse.
La falta de ejercicio en condiciones de gravidez, como el que normalmente se lleva a cabo en la Tierra, ocasiona que los astronautas vean reducidos sus músculos en tamaño, fuerza y resistencia. Incluso experimentan cambios en la composición de las proteínas musculares.
A fin de contrarrestar estos efectos, los científicos desarrollan fármacos específicos que se complementan con regímenes de ejercicios especiales, mismos que además ayudan a comprender cómo es que el déficit musculoesquelético se refleja en otros órganos.
Entre los equipos de que se valen para ejercitarse se cuenta un par de indumentarias de licra, como las que utilizan los ciclistas, dotadas con 20 sensores que permiten monitorear la actividad eléctrica de los músculos, la cadera, las rodillas y los tobillos y medir la fuerza ejercida bajo cada pie de manera continua.
Los especialistas creen que este equipamiento tiene potencial para arrojar nuevas luces a fin de explicar las causas por las que se da la pérdida de masa ósea y muscular durante los vuelos espaciales. El objetivo es determinar si cierto tipo de ejercicios es más efectivo para disminuir dicha pérdida. En teoría los resultados obtenidos de las lecturas de los astronautas tienen repercusiones significativas para prevenir y tratar la osteoporosis en la Tierra, que se ha convertido en un problema mayor de salud.
Vivir y trabajar en el espacio requiere de mucho vigor mental, sin embargo, la ausencia de gravedad demanda poco trabajo físico. En la Tierra, las personas utilizan constantemente determinados músculos para soportar la fuerza gravitacional. Los estudios muestran que un astronauta experimenta una pérdida de masa muscular de 20% en un vuelo espacial de entre cinco y 11 días.
Dicha pérdida resulta potencialmente peligrosa ante la eventualidad de que el astronauta deba realizar algún procedimiento de emergencia que requiera de fuerza muscular al ingresar en el campo gravitacional de la Tierra, como en el caso del Apolo XIII. Aun cuando la masa y la fuerza pueden recuperarse, el mantener la masa muscular en el espacio es una preocupación constante tanto para los científicos como para los propios astronautas, especialmente en misiones de larga duración.
La única manera de prevenir la atrofia muscular en el espacio es a través de ejercicios específicos y una dieta adecuada. En ese sentido los astronautas invierten alrededor de dos horas y media diarias en ejercitarse en el espacio.
GANAN ESTATURA
Durante una misión espacial, los tripulantes ganan entre cuatro y seis centímetros de altura, según datos de la NASA. Ello, señalan, presumiblemente obedece a que no tienen la presión de la gravedad sobre sus esqueletos.
Sin embargo, también están sujetos a un fenómeno conocido como “rostro lunar”, que hace que los fluidos de la parte superior del cuerpo sufran un cambio y ocasionan que la cara de los viajeros se torne redonda, como una luna llena.
Su sistema inmune también experimenta cambios, el volumen de sangre se reduce una quinta parte y la masa muscular y ósea también decrecen a razón de 1% por mes, según el médico astronauta Bernard Harris Jr.
Si se compara la pérdida de masa ósea con la de una mujer que padece osteoporosis y pierde entre 3% y 4% de masa anualmente, el desgaste de los exploradores del espacio es alarmante. De ahí que los científicos abocados a resolver los pormenores de una misión tripulada a Marte, que duraría entre uno y dos años de viaje, enfrentan un gran reto para resolver esta contingencia.
Así las cosas, viajar al espacio no es tan placentero ni seguro como pudiera pensarse, de ahí que quienes aspiran a ser astronautas deben pensarlo detenidamente, pues, como sentencia la sabiduría popular, las cosas no siempre son lo que parecen.
ESTRÉS AL LÍMITE
El entrenamiento riguroso tanto físico como mental, las miles de horas de preparación en aulas, aeronaves y simuladores, así como el hecho de saber que un error en una misión, por mínimo que sea, podría costar desde miles de millones de dólares en pérdidas materiales hasta vidas humanas, generan niveles de estrés muy elevados en los astronautas.
Baste recordar el citado accidente del Challenger para imaginar lo que puede pasar por la mente de un astronauta cuando sabe que su vida y el éxito de su misión no sólo dependen de él, sino de que todos los miembros del equipo en tierra, científicos e ingenieros, hayan realizado sus tareas a la perfección para evitar problemas.
Además de las circunstancias normales a que están sometidos durante su vida diaria los astronautas están sujetos a presiones extremas, pues su trabajo requiere altos niveles de concentración y precisión, ya que de ello depende no sólo el éxito de sus misiones, sino también sus vidas y las de sus compañeros.
Según los especialistas del Centro Médico Albert Einstein existen muy diversas circunstancias de estrés: una de ellas se refiere a los periodos de entrenamiento previos a una misión, así como también al desarrollo de ésta. El estrés puede, desde modificar los patrones de sueño, hasta causarles disrupciones en el ritmo cardiaco. En todo caso, incide directamente en su rendimiento físico y mental que, a la postre, interfiere con sus operaciones normales en el espacio.
En ese sentido, los expertos advierten que ciertas tareas que les son asignadas durante su estancia en el espacio pueden ser factores de estrés, mismo que, llevado al límite, podría ocasionarles la muerte repentina de manera casi inexplicable. Se trata de un fenómeno conocido como SUD.
A fin de profundizar en el estudio del SUD y las formas de prevenirlo con entrenamiento en tierra, los científicos estudian el estrés asociado con los cambios en las funciones neurales autónomas, cardiacas y la morfología como factores de riesgo de SUD en los viajeros espaciales.
La vida en el espacio
En las naves espaciales no existen regaderas, por lo que los astronautas sólo pueden asearse con esponjas hasta su regreso a la Tierra.
Los servicios sanitarios no cuentan con agua. Se valen de un flujo de aire para desalojar los desperdicios. Los sólidos son comprimidos y almacenados a bordo para ser removidos en tierra, en tanto que los líquidos son vertidos al espacio, aunque se espera que en breve puedan ser reciclados al 100%.
El aire es filtrado por un sistema especial para remover los olores y microorganismos antes de ser reingresado a la cabina.
Para dormir se utilizan bolsas sujetadas a la nave para impedir que los astronautas floten a la deriva durante sus momentos de descanso, mismos que toman por turnos.
Ante una emergencia médica los astronautas cuentan con un equipo llamado Sistema Médico Orbital de Cohetes, que puede ser usado por dos miembros de la tripulación entrenados para ello. Incluye sutura, jeringas para inyecciones y fluidos intravenosos, antibióticos, medicamentos diversos y equipo de diagnóstico.
Debido a que la humedad al interior de las naves es de alrededor de 20%, todo se deshidrata rápidamente, por lo cual los astronautas deben consumir una cantidad mayor de agua de la que normalmente toman en tierra.
A pesar de todo el entrenamiento recibido, los astronautas pueden experimentar náusea, vómito y mareos durante el despegue.
ENTRENAMIENTO ESPECIALIZADO
El entrenamiento de un astronauta es altamente especializado y requiere del concurso de cientos de personas, numerosas instalaciones y equipos especializados diseñados para simular las condiciones de vuelo de manera muy cercana a la realidad, así como de millones de dólares en inversión.
Dado que los programas de vuelos espaciales tripulados se han vuelto más sofisticados a través de los años, los procesos de entrenamiento se han tornado más complejos y largos, a fin de responder a las demandas que entraña la operación de una nave espacial.
Por ejemplo, la percepción acerca de cómo se orienta y mueve un astronauta en el espacio depende de la información que recaban sus sentidos. Dado que las condiciones son distintas a las que privan en tierra, los tripulantes de una nave son susceptibles de incurrir en errores de percepción del entorno, que obedecen a diversos factores, incluida la integración incorrecta de las señales sensoriales.
Los seres humanos son muy buenos para adaptarse a diferentes ambientes, tales como la microgravedad y los sistemas de realidad virtual; de ahí que experimentar cambios ambientales varias veces permite al cerebro acoplarse rápidamente de uno al otro.
De ahí el propósito de un instrumento de entrenamiento conocido como Equipo de Inclinación Translacional, que conjuntamente con el dispositivo de orientación y movimiento ambiental llamado DOME, permite exponer a los futuros astronautas a diversos estímulos visuales y auditivos similares a los que experimentarían en un vuelo espacial, para aminorar los efectos de la falta de gravedad.
Entre los simuladores existe un sistema de entrenamiento que permite a los astronautas enfrentarse a situaciones reales recreadas con un alto grado de fidelidad, de todo cuanto ocurre desde 30 minutos antes hasta el momento del lanzamiento; el ascenso del cohete, la colocación en órbita, el manejo de carga, maniobras de aproximación y acoplamiento con otras naves, salida de órbita, aterrizajes e incluso protocolos para abortar una misión.
Durante el entrenamiento los astronautas deben mantener una condición física y mental muy superiores a las de cualquier persona, por lo que están sometidos a pesadas rutinas de ejercicio físico y manejo del estrés, apoyados por especialistas que diseñan las rutinas, monitorean y evalúan dichas rutinas.
Tras haber concluido el entrenamiento básico los aspirantes a astronauta reciben 16 cursos avanzados de especialización que van desde navegación y control de todos los sistemas de las naves hasta sistemas de recuperación y posicionamiento de artefactos en el espacio. Para ello utilizan diversos simuladores y software específico.
Cuando un aspirante es seleccionado para tripular una misión debe ingresar a una fase de entrenamiento específico entre siete meses y un año previo a la fecha de lanzamiento.
Responsabilidades
Entre los viajeros estelares existen diversos niveles de responsabilidad y tareas específicas que re quieren de diferentes características y habilidades:
PILOTO
*Mínimo una licenciatura en Ciencias Biológicas, Física o Matemáticas, aunque es deseable un posgrado.
*Contar con mil horas de vuelo en jet y deseablemente, tener experiencia como piloto de pruebas.
*Requiere someterse a un riguroso examen médico y tener una visión excelente (20/50 sin corregir, pero corregible a 20/20), así como una presión arterial no mayor de 140/90 y una estatura de entre 1.63 y 1.93 metros.
TRIPULANTE
*Sus tareas serán monitorear el combustible, los abastecimientos de comida, agua u oxígeno; manipular un brazo robótico o efectuar una caminata espacial.
*Debe poseer un conocimiento detallado de los sistemas de los cohetes y sus características operativas, así como de los requerimientos y objetivos de la misión y de los experimentos que se desarrollarán durante la misma.
*Además de los requerimientos físicos, que son similares a los de un piloto, debe contar con una formación académica similar y tener al menos tres años de experiencia profesional y un posgrado.
ESPECIALISTA EN CARGA
*Es un profesional en física, ciencias de la vida o técnico con habilidades en la operación de equipos únicos altamente sofisticados que lleva a bordo la nave.