El Ejército libanés no consigue acabar con la resistencia del grupo radical Fatah al Islam en el campo de Nahar al Bared, el más grande del norte de ese país. (Archivo)
Dicen que milicianos están arrinconados y diezmados en el campo de Nahar al Bared
Trípoli, Líbano.- La tensión en el Líbano subió ayer un nuevo peldaño y pese a que los milicianos de Fatah al Islam están arrinconados y diezmados en el campo de Nahar al Bared, en el norte del país, todavía tienen recursos para aguantar más tiempo el asedio, según dijo una fuente palestina desde el campamento.
El sonido de la artillería pesada se mezclaba con el repiqueteo de las ametralladoras, en una muestra más de que dentro del campo se pelea palmo a palmo y que las posiciones de los militares y los milicianos están muy próximas.
El Ejército libanés no consigue acabar con la resistencia del grupo radical Fatah al Islam en el campo de Nahar al Bared, el más grande del norte del país.
Abu Jaber, dirigente del Frente Popular para la Liberación de Palestina en el campamento, describió la situación de los civiles que todavía se encuentran en su interior como “más o menos soportable”.
“Hoy han seguido cayendo las bombas del Ejército. Pero como los milicianos están muy localizados, hay menos posibilidades de que éstas afecten a los civiles”, aseguró Jaber, quien, en cualquier caso, pidió el fin de los combates antes de que el campamento acabe reducido a un montón de escombros.
Por su parte, el general del Ejército libanés Hash Esleinan indicó que los ataques militares se han vuelto mucho más selectivos y que el tipo de armamento utilizado se ajusta a las necesidades en cada momento.
En un comunicado difundido ayer, las propias Fuerzas Armadas libanesas reconocieron oficialmente un “avance gradual” que les ha llevado a controlar las áreas en las que se encontraban los radicales.
Sin embargo, Esleinan no pudo confirmar las informaciones de medios libaneses, que en las últimas horas han asegurado que el responsable máximo de Fatah al Islam, Shaker Absi, está gravemente herido y que el jefe militar de este grupo, Abu Hureira, ha muerto.
“No se puede afirmar eso, porque no hay datos precisos para sostenerlo”, dijo el general, quien, sin embargo, tampoco desmintió la noticia. Las conjeturas sobre la muerte de Hureira se han disparado después de que, en los dos últimos días, éste haya dejado de actuar como portavoz de Fatah al Islam, una tarea que ha pasado a desempeñar un hombre que se hace llamar Shain Shain.
El general libanés agregó que, además de los combates, una de las principales misiones de las tropas ahora es desactivar los explosivos y bombas-trampas con que los extremistas suníes han sembrado el campamento.
Ese es uno de los grandes riesgos que ha tenido que afrontar hasta ahora la Cruz Roja y la Media Luna Roja para evacuar a los heridos.
La portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja, Virginia de la Guardia, explicó que ayer se consiguió evacuar a 86 personas, la mayoría de ellas ancianos, mujeres y niños. Además, también se consiguió introducir agua y comida para los entre tres mil y siete mil refugiados que, según sus cálculos, siguen en el campamento.
“Hemos tenido que dejar de usar camiones y utilizar las ambulancias para meter la ayuda humanitaria, porque está plagado de bombas y explosivos, y es demasiado peligroso para los vehículos grandes”, dijo De la Guardia. En contraste con los visibles avances del Ejército sobre el terreno en Nahar al Bared, continúa la oleada de atentados, por ahora de una relativa baja escala, que sacuden al Líbano desde que el pasado 20 de mayo comenzasen los enfrentamiento con Fatah al Islam en Nahar al Bared. Anoche, la explosión de 20 kilos de TNT frente a una fábrica de bombonas de oxígeno en el barrio industrial de Suq al Mosbeh mató a su dueño, Pierre Dehne, de 37 años, e hirió a otras tres personas según dijeron fuentes policiales.
Este es el quinto atentado en solo 18 días, sin que exista el menor indicio de quién puede estar detrás. Sin embargo, existe un gran temor entre los libaneses a que esta campaña del terror se extienda a partir de la instauración del tribunal internacional de la ONU para juzgar el asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri, prevista para el 10 de junio, y se avecine un verano sangriento